El oficialismo y los movimientos políticos y sociales que lo apoyan hicieron ayer un contundente despliegue de fuerzas para acompañar el octavo y último discurso que dio Cristina Fernández para inaugurar las sesiones del Congreso. Unas 400.000 personas, de acuerdo a la agencia de noticias estatal Télam, se congregaron en en los alrededores de la sede del Congreso. Después de haber hablado tres horas y 40 minutos, Fernández recorrió las calles abarrotadas de gente, saludando y tocando manos al pasar. Entre las organizaciones kichneristas presentes, se destacaban Unidos y Organizados y La Cámpora.

Para comenzar su discurso en el que, como recordó, debía “dar cuenta del estado de la Nación”, la presidenta habló del enfrentamiento con los fondos especulativos de inversión y felicitó al “equipo económico” por haber superado los augurios de “catástrofes financieras”. Afirmó que éstos fueron “azuzados también por los fondos buitres que intentaron en todo momento trabar la gestión de gobierno, trabar el funcionamiento de la economía argentina y -lo que es más triste-, muchas veces apoyados internamente”.

Él también

Mauricio Macri también dio ayer su último discurso, en su caso ante el Parlamento porteño, como jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, cargo que asumió en 2007 y que dejará en diciembre. El líder de Propuesta Republicana dijo estar “listo para nuevos y más grandes desafíos”, en referencia a su candidatura a la presidencia argentina. Además pidió “diálogo”, “pluralismo” y un Estado que “esté al servicio de la gente y no al servicio de la política”. Entre los debes de su gestión reconoció que “todavía falta integrar la ciudad” con la provincia de Buenos Aires así como “disminuir la pobreza y la desigualdad”. Entre sus logros mencionó el “metrobus”, que, según dijo, “revolucionó” el transporte en la capital, y la mejora en la gestión de residuos.

También destacó que hoy los bonos de deuda argentinos “cotizan por sobre su valor nominal” y que “Argentina fue el único país en todo el mundo” que redujo su deuda externa. Señaló que desde que asumió Kirchner, en 2003, los sucesivos gobiernos encaminaron al país a que quede “desendeudado definitivamente” en 2033. “Ya nunca más habrá gobiernos que tengan que tomar deuda para pagar deuda. Si nos endeudamos que sea para obra de infraestructura, de crecimiento, y no para ganancias del sector financiero internacional”, dijo.

Uno de los grandes anuncios del discurso de Fernández fue que enviará al Congreso un proyecto de ley para estatizar la administración de los ferrocarriles, algo que a su entender permitirá ahorrar recursos del Estado. En ese marco, pidió a los opositores que reivindican a Juan Domingo Perón y a las “banderas del peronismo” (en una clara alusión a Mauricio Macri, que lo hizo días atrás) que apoyen el proyecto, porque esa estatización fue concretada por primera vez por Perón, 67 años antes, dijo. En ese marco, se dirigió directamente a un diputado del partido de Macri, Propuesta Republicana, Federico Pinedo, para que su bancada apoye la iniciativa.

En uno de los momentos más intensos de su discurso, Fernández manifestó su enojo ante carteles de algunos legisladores opositores que reclamaban que se “liberen” los archivos de inteligencia sobre el atentado contra la AMIA, ocurrido en 1994. “A los que me ponen cartelitos para que hable de la AMIA: de la AMIA hablo desde el año 94”, gritó. Recordó las reiteradas denuncias por “encubrimiento” que hizo cuando era legisladora y dijo que ha hablado del tema también ante Naciones Unidas “como ningún presidente argentino lo hizo”. Volvió a acusar a los servicios de inteligencia de encubrir lo ocurrido y recordó que “han pasado 21 años” y no hay “ni un solo condenado, ni un solo preso por AMIA”.

Además, dijo que el atentado contra la AMIA, en 1994, y el cometido contra la embajada de Israel en 1992 se sitúan en un “entramado” geopolítico. Recordó que en 1992 Yitzhak Rabin “quería lograr la paz con Palestina” cuando asumió la presidencia de Israel, y que esto “le costó la vida”.

Dijo que en el marco de las negociaciones que se llevaron adelante entonces “era necesaria la colaboración de Siria”. Agregó: “En el 92 vuela la embajada de Israel, la negociación con Siria comienza en el 93”. También dijo que el atentado contra la AMIA ocurrió durante las negociaciones de paz, y que sin embargo se logró un acuerdo. “Siria había participado [en la guerra del Golfo] ayudando a la coalición en Kuwait. Había grupos radicalizados que no estaban de acuerdo con este acercamiento entre Siria y Estados Unidos, como facilitador de la paz [entre israelíes y palestinos]”, agregó. “Es importante comprender que todo lo que se mueve en Medio Oriente tiene implicancias”. Además, dijo que Argentina es un “tablero de ajedrez de la política nacional e internacional” y que también dentro de su país algunos usaron el caso AMIA con fines políticos “plantando pistas falsas”. Afirmó que eso “asquea, porque son 85 víctimas que aún reclaman justicia”. Agregó que a esas víctimas “las siguen utilizando para hacer geopolítica” y aclaró: “Por eso decía que no nos trasladen conflictos que no nos pertenecen”.

Fernández se refirió a dos documentos encontrados en el cofre de seguridad del fiscal Alberto Nisman, en los que según se supo en estos días destacaba las acciones del gobierno en la causa, y en particular sus gestiones ante Naciones Unidas. Fernández señaló la contradicción que eso supone respecto a la denuncia de Nisman contra ella y otros líderes oficialistas por “encubrimiento” a los responsables de ese ataque, y dijo que el caso debería llamarse “Nisman contra Nisman”. Se preguntó: “¿A qué Nisman le creo?”.

Antes de terminar, la presidenta volvió a hablar de lo que denominó “Partido Judicial”, en referencia a fiscales y jueces opositores al gobierno. “El Poder Judicial no puede ser independiente de la Constitución, de las leyes y de los códigos”, advirtió, luego de recordar la necesidad de que sean independientes de los distintos poderes, incluso los económicos. A modo de conclusión, Fernández dijo: “No dejo un país cómodo para los dirigentes, dejo un país cómodo para la gente”.