En España se debate si la educación en religión es constitucional o no lo es. La carta magna establece que “los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”, y como España es un Estado aconfesional, varios intelectuales entienden que esto implica que la educación religiosa pertenece al ámbito privado y no al público.

Sin embargo, el gobierno publicó dos resoluciones en el Boletín Oficial en las que señala que la forma “natural” de implementar esta norma constitucional es incluir la educación católica como una materia en primaria, secundaria y bachillerato. Esa formación deberá ser enseñada en todos los centros de estudio, sin importar si están identificados con otra religión.

La materia será obligatoria en todas las instituciones, pero no para los estudiantes. Éstos podrán optar entre Religión Católica y Valores Sociales y Cívicos. Según la Conferencia Episcopal Española, que está a cargo de la redacción del programa de la materia Religión Católica, debido a un acuerdo firmado en 1979, dos de cada tres alumnos eligen cursarla. A fines de febrero se dio a conocer el programa que tendrán ambas materias, así como sus objetivos y los estándares de evaluación.

Se señala que “lejos de [tener] una finalidad catequética o de adoctrinamiento, la enseñanza de la religión católica ilustra a los estudiantes sobre la identidad del cristianismo y la vida cristiana”. Sin embargo, sus estándares de evaluación no parecen estar en esa dirección. Se evaluará si el estudiante “expresa con palabras propias el asombro por lo que Dios hace”, “se interesa y agradece los signos del cuidado de Dios en su vida”, “expresa [...] la gratitud a Dios por su amistad”, “reconoce con asombro [...] el origen divino del cosmos” y “comprende y respeta el significado bíblico de la afirmación ‘hombre y mujer los creó’”.

El programa de la materia incluye que el alumno debe reconocer “la incapacidad de la persona para alcanzar por sí mismo la felicidad” y reflexionar acerca de que “Dios elige a María para que su hijo se haga hombre”. En el primer año de educación primaria se enseña a los niños que el cuerpo humano “es obra de Dios Creador con la colaboración de los padres” y a percibir “la diferenciación sexual como don recibido de Dios”.

El contenido curricular de la materia fue criticado no sólo por decenas de académicos (en particular científicos y filósofos, que señalan que estas enseñanzas van en contra de las que se brindan en las materias vinculadas con su actividad), sino incluso por uno de los sindicatos que aglutinan a profesores de Religión, denominado Unión Sindical Independiente de Trabajadores-Empleados Públicos. Su secretario general, Alfredo Sepúlveda, aseguró en declaraciones al diario español El País que el nuevo programa “acentúa la confesionalidad de forma exacerbada, se usa como catequesis para evangelizar al alumno de una forma ilegítima”.

También el presidente de la Federación Estatal de Profesores de Enseñanza Religiosa, Jesús María Losada, fue crítico con el tono del programa a enseñar y dijo que la asignatura “debería estar planteada como un compendio de religiones que explicara creencias e increencias de una forma objetiva y neutra y cuyos contenidos dependieran del Ministerio de Educación” y no de la Conferencia Episcopal. Losada explicó en declaraciones a la edición española de The Huffington Post que los docentes entienden que los contenidos de la Biblia no se pueden enseñar como ciencia, tal como se pretende en el programa que se prevé aplicar este año.

En una columna publicada en el sitio web eldiario.es, seis científicos españoles del área de la biología se preguntan si en esta materia se incluirá un mensaje que diga algo así como “en caso de contradicción con el currículo de otras asignaturas obligatorias, el contenido impartido en Ciencias Naturales, Historia, Física o Biología será prioritario sobre lo indicado en el currículo de la asignatura de Religión”, y señalan que “el desenfoque principal del actual temario es confundir docencia con catequesis”. Una crítica similar esgrimió Dionisio Llamazares, catedrático de Derecho Eclesiástico y ex director general de Asuntos Religiosos en el Ejecutivo de Felipe González: “Es una enseñanza confesional que intenta hacer proselitismo, no enseñar”, dijo a El País.

Los críticos con este nuevo programa de Religión Católica, que es resultado de una reforma del aprobado en 2007, señalaron que a diferencia de su antecesor este programa no incluye la historia de otras religiones ni referencias a ellas. Además, la organización civil FACUA-Consumidores en Acción señaló una aparente contradicción del gobierno, que eliminó la asignatura de Educación para la Ciudadanía “con el demagógico argumento de que incurría en el ‘adoctrinamiento ideológico’ y provocaba ‘una seria división en la sociedad’”.