Según las encuestas, el candidato favorito para ganar las elecciones presidenciales de octubre es -desde hace meses- Sergio Massa, ex jefe de Gabinete de Fernández (2008-2009), que se fue del oficialismo y fundó su propio partido, el Frente Renovador. Sin embargo, le pisan los talones el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, precandidato por el oficialismo, y Mauricio Macri, el jefe de Gobierno porteño y líder de Propuesta Republicana (Pro).
Visto así, este panorama parece relativamente sencillo, pero está lejos de serlo. Para empezar, los tres favoritos deberán primero someterse a las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) previstas para agosto, lo que supone pasar por todo un juego de alianzas y una lucha interna en cada corriente que aspiran a representar.
Massa, cuya principal propuesta es la de mejorar la seguridad pública, todavía busca concretar una alianza. Al igual que todos los líderes de la oposición, aspira a reunir a las fuerzas contrarias al kirchnerismo detrás de su candidatura. Sin embargo, la tarea resulta complicada. De momento, el único acuerdo que parece probable que alcance es con la Unión Cívica Radical (UCR) o con un sector de ese partido. Esto se va a definir en la convención de la UCR prevista para el 15 de marzo. La interna de la UCR está dividida ante ese tema: algunos consideran que el lugar de su partido está en la alicaída alianza Unen, que reúne al Partido Socialista y a otras organizaciones políticas que se autodefinen como progresistas.
Esa alianza quedó debilitada por el acercamiento de algunos líderes de la UCR a Massa y por el portazo de Elisa Carrió, líder de la Coalición Cívica para la Afirmación de una República Igualitaria. Esta dirigente se unió a Macri en la tercera mayor alianza opositora nacional. Cuanto más dividida está la oposición, mayores son las chances del kirchnerismo de conservar el gobierno.
El lugar de Cristina
La interna más peleada -y observada- es la del oficialismo, que debe definir quién sucederá a su líder natural, la presidenta Cristina Fernández, que no puede postularse a un tercer mandato.
Los candidatos no faltan. Con los últimos cambios en el gabinete quedó descartada la candidatura del ahora ex jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que regresó a gobernar Chaco y anunció que se postulará a la jefatura de gobierno de Resistencia, la capital provincial. Sin embargo, aún hay siete candidatos en carrera además de Scioli. En la interna, la jugada de varios actores apunta a encontrar un candidato afín a Fernández que pueda enfrentar a Scioli, considerado del ala derecha del oficialismo.
Scioli dijo al diario Perfil: “Yo estoy peleando por ser presidente; no quiero ser candidato, quiero ser presidente”. También se refirió a la interna kirchnerista al declarar que se mueve “con una alta cuota de buena fe y de buenas intenciones” y que “si estuviera pensando todo el tiempo” que lo quieren dejar afuera de la interna oficialista “tomaría decisiones equivocadas”.
“Yo creo en la buena fe, en Dios y en el sentido común, por eso estoy tranquilo”, acotó, al tiempo en que descartó cualquier alianza con Massa, a pesar de la buena relación que tiene con el opositor, que también tiene su feudo en la provincia de Buenos Aires.
Scioli inauguró ayer la legislatura bonaerense, por última vez después de ocho años de gestión. Al igual que la presidenta, cuando habló del domingo ante el Congreso nacional, y que Macri, al dirigirse ese día al órgano legislativo porteño, Scioli dio un discurso con un claro tono de campaña. “Lo mejor está por venir”, aseguró, mientras resaltaba las mejoras de su gestión, en particular en seguridad pública. Anunció que el mes que viene se levantará el estado de emergencia que rige por ese tema en la provincia.
También aprovechó la instancia para lanzar un mensaje a la interna. Se autodefinió como “kirchnerista” (era muy cercano al ex presidente Néstor Kirchner, pero no tanto a Fernández). “Integro este proyecto político desde que me convocaron Néstor y Cristina, cuando me la jugué antes del triunfo electoral de 2003, porque este espacio es el único que acredita un compromiso total con los humildes, los trabajadores, la clase media, con el consumo interno y con la industria nacional”, aseguró.
Entre los más serios competidores de Scioli en el kirchnerismo figura el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo. El anuncio de que se va a estatizar la administración de ferrocarriles fue visto como un espaldarazo de la presidenta a su candidatura, aunque nada indica que sea definitivo. Otra ventaja de Randazzo es que la implementación nacional de la tarjeta de transporte SUBE lo ha llevado a recorrer todo el país. “Yo no creo en hipótesis casi improbables, para no decir improbables”, dijo el ministro hace un tiempo a la prensa, que lo consultó sobre la probabilidad de que Fernández se defina a favor de la candidatura de Scioli en la interna.
Otro candidato fuerte es el titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez. También está en carrera el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, pero a diferencia de Randazzo, él tiene dificultades para lograr una presencia en todo el país.
El flamante jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, también es candidato, pero a pesar de su perfil combativo y de su apoyo feroz a la presidenta, carece de un movimiento y de legisladores que le respondan. El ministro de Defensa, Agustín Rossi, también quiere ser candidato, pero su postulación no levantó vuelo aún, y menos la de Juan Manuel Urtubey, el gobernador de Salta. Se da por descontado que antes de la fecha límite para presentar candidaturas a las PASO, fijadas para el 20 de junio, el kirchnerismo deberá reducir la cantidad de candidatos, sobre todo si quiere tener chances de que gane un dirigente más afín a la presidenta que Scioli.
La incógnita que aún sigue en pie es la posibilidad de que el ministro de Economía, Axel Kicillof, pueda sumar su postulación, algo que no sería extraño, dado su protagonismo en el enfrenamiento con los “fondos buitres” y su cercanía con la mandataria.