El Likud, la coalición del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se impuso en las elecciones celebradas el martes y, según resultados aún provisorios, alcanzará 30 diputados de los 120 que integran el Legislativo israelí, seis más que la Unión Sionista, la alianza opositora liderada por el laborista Isaac Herzog. Aunque cuenta con los socios necesarios para alcanzar los 61 escaños que le permitirán gobernar, el reparto de ministerios será un proceso complejo. Los aliados de Netanyahu, los partidos de derecha y los religiosos, reclaman contrapartidas, por lo que se anunció que el gobierno tardará entre 15 días y tres semanas en ser anunciado. La coalición de partidos árabes llegó tercera y tendrá 14 representantes en el Parlamento; el resto de las bancas se reparte entre diez fuerzas políticas. Como ya sabe que no contará con Unión Sionista ni con el partido centrista laico Yesh Atid, que obtuvo 11 escaños, es de esperar que el próximo Ejecutivo asuma posturas más duras, en particular respecto de la situación con Palestina.

La Autoridad Nacional Palestina destacó ayer que, más allá de quién gobierne, no dialogará con Israel si no acepta la solución de dos estados.

Desde las Naciones Unidas, el mensaje fue similar. “El secretario general piensa firmemente que [la solución de dos estados] es el mejor y el único camino para avanzar a fin de que Israel siga siendo un Estado democrático”, dice un comunicado de Ban Ki-moon. Washington reiteró el mensaje. “Estamos profundamente preocupados por la retórica que busca marginar a ciudadanos árabe-israelíes”, dijo el vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest. Netanyahu dijo el martes que mientras siguiera gobernando “no habrá ningún Estado palestino”.