Cuando el Congreso estadounidense, dominado por la oposición republicana, convocó a Netanyahu para que diera su parecer acerca de un eventual acuerdo con Irán sobre su programa nuclear, la Casa Blanca protestó. En un comunicado señaló que se estila que sea el Poder Ejecutivo el que invite a los jefes de Estado y no el Congreso.

Sin embargo, el Congreso insistió con su invitación y Netanyahu la aceptó. El presidente Obama anunció que no se reuniría con el primer ministro israelí porque le parecía inconveniente, en especial por los efectos que podría tener en la campaña para las elecciones legislativas israelíes del 17 de marzo, en las que Netanyahu busca la reelección.

En el fondo del debate está el rumbo de la política exterior estadounidense. La Casa Blanca impulsa las negociaciones con Irán (en las que participa junto a Reino Unido, China, Francia, Rusia y Alemania) y el Congreso, mayoritariamente republicano, las rechaza. Con esta invitación a Netanyahu, el mayor enemigo de esas negociaciones, la oposición parece intentar incidir en la política exterior de Obama, que a su vez procura que un acuerdo con Irán sea su legado en materia de relaciones internacionales.

La consejera de Seguridad Nacional de Obama, Susan Rice, consideró contaproducente que Netanyahu se preste a esta movida política republicana. “Es una visita destructiva para el entramado de las relaciones bilaterales. La relación entre Israel y Estados Unidos siempre ha sido bipartidista, y hemos tenido la suerte de que la política [partidista] no se haya inyectado en esa relación”, opinó.

En esta oportunidad, varios diputados y senadores demócratas -algunos de ellos judíos- anunciaron que se ausentarán durante el discurso de Netanyahu, y para cubrir los huecos, los republicanos invitaron a varios de sus asesores, informó el diario español El Mundo. El discurso de Netanyahu contra las políticas de Obama abre una brecha en la relación entre el Ejecutivo israelí y la Casa Blanca, pero también entre el gobierno de Israel y del Partido Demócrata, que es el más votado por los judíos estadounidenses. Obama obtuvo 70% del voto judío en 2012, y en el Congreso 18 de los 19 diputados judíos pertenecen al Partido Demócrata, así como ocho de los nueve senadores judíos.

El malestar de la Casa Blanca y del oficialismo es tal que Joe Biden, que como vicepresidente preside la Cámara de Senadores, anunció que no asistirá al discurso porque viajará a Guatemala. A esto se suma que días atrás el secretario de Estado, John Kerry, recordó que en 2002 Netanyahu (que en ese entonces estaba retirado de la política) fue uno de los impulsores del argumento de que Irak tenía armas de destrucción masiva. “Su juicio puede no ser del todo correcto en este tema”, agregó Kerry, que como senador respaldó en 2002 la invasión estadounidense a Irak.

Netanyahu reconoció que su visita juega un papel en la política interna de Estados Unidos y que favorece a la oposición. “Respeto al presidente Obama, pero mi obligación es hacer todo lo necesario para garantizar la supervivencia de Israel, ante la amenaza existencial que supone que un régimen que desea nuestra destrucción tenga armas nucleares. Voy para advertir que el acuerdo que se perfila es muy peligroso para Israel y el mundo”, afirmó, antes de subirse al avión en lo que denominó una “misión trascendental, incluso histórica”. El primer ministro se definió como “el enviado de los israelíes [...] y del pueblo judío”.

Asuntos internos

El viaje también generó críticas en Israel. El principal contendiente del primer ministro en las elecciones del 17 de marzo, Isaac Herzog, aseguró que Netanyahu “destruye las estratégicas relaciones con el principal aliado de Israel para conseguir votos”. Agregó: “Todos nos negamos a que el fanático régimen iraní tenga armas nucleares, pero lo que hace [Netanyahu] dificulta que eso se evite”, agregó el político opositor, que rechazó una invitación del jefe de gobierno para viajar junto a él a Washington. “Netanyahu podía haber dado un discurso desde Israel sin meter el dedo en el ojo de Obama”.

Desde que comenzó la campaña electoral, el discurso del oficialismo apunta a que, sin Netanyahu, las amenazas a Israel serán mayores y podrían concretarse en ataques. “Sin Netanyahu, Irán habría obtenido un trato mucho mejor, o podría incluso tener las armas nucleares”, aseguró el ministro de Inteligencia israelí, Yuval Steinitz, en entrevista con el diario Haaretz.

Otra característica de la campaña ha sido la desviación de cualquier tema hacia estas amenazas, incluso burdamente. Por ejemplo, días atrás se emitió un informe sobre el alto precio de la vivienda en Israel. Consultado por este asunto, Netanyahu dijo: “Cuando hablamos de la carestía de la vida, no olvido por un momento la vida misma. El desafío más grande a nuestras vidas es que Irán posea armas nucleares”.

En el equipo de campaña de su partido, Likud, se cuenta con que el discurso del primer ministro en Estados Unidos pasará a dominar la campaña y reforzará esa imagen de Netanyahu como salvador de Israel. “Estos días no se hablará de la carestía de vida o los escándalos de Sara Netanyahu, sino del brillante discurso en inglés de Netanyahu y del naíf Obama engañado por Irán”, aseguró un integrante del equipo de campaña a Haaretz.

Netanyahu utilizó la visita para hablar no sólo ante el Congreso, sino también ante el lobby pro israelí más grande de Estados Unidos, el Comité de Relaciones Públicas Israel-Estados Unidos (AIPAC, por sus iniciales en inglés), que ayer comenzó su reunión anual en Washington. Si bien el Ejecutivo estadounidense envió a algunos de sus representantes más importantes al encuentro -la consejera de Seguridad Nacional Rice y la embajadora ante las Naciones Unidas, Samantha Power-, varios referentes judíos del Partido Demócrata que suelen ir a estos encuentros anuales anunciaron que esta vez estarán ausentes. A su turno, Power aseguró: “[Estados Unidos] no permitirá que Irán obtenga armas nucleares, punto”. Añadió que ese compromiso “se mantendrá tanto si las conversaciones con Irán colapsan como si se alcanza un acuerdo”.

Ante AIPAC Netanyahu matizó el conflicto con el gobierno estadounidense. Dijo que tiene “un gran respeto por Obama y por la Casa Blanca”, que aprecia “profundamente todo lo que el presidente Obama ha hecho por Israel” y consideró que “decir que las relaciones entre Israel y Estados Unidos han terminado no sólo es prematuro, sino que simplemente está mal”. Dijo también que siente “la obligación moral” de “levantar la voz ante los peligros mientras hay tiempo para prevenirlos”.