El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, anunció ayer que les dio a las Fuerzas Militares la orden de detener los bombardeos contra la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con la que su gobierno negocia el fin del conflicto armado. La guerrilla mantiene desde fin de año un cese unilateral del fuego. Santos explicó que dentro de un mes se va a verificar otra vez si las FARC cumplen con su cese y se decidirá si se continúa con la medida, y aclaró que si se percibe una “amenaza inminente sobre una población” se recurrirá a los bombardeos.

Además, Santos acusó a otra guerrilla, el Ejército de Liberación Nacional, de haber incrementado sus “actividades delictivas” pese a que manifestó su interés en comenzar diálogos exploratorios con el gobierno. “Por esa razón, vamos a intensificar nuestras operaciones militares y de Policía en su contra”, indicó el mandatario.

El anuncio de la suspensión de los bombardeos -que generó críticas por parte de la oposición y del procurador general, Alejandro Ordóñez- se sumó a otro hecho que los medios colombianos interpretaron como un gesto de buena voluntad hacia la guerrilla. El gobierno se negó a extraditar a Estados Unidos a uno de los líderes del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia, con el argumento de que él está colaborando “con el esclarecimiento de la verdad y el derecho a la reparación” de las víctimas. Las FARC han reclamado que Colombia se comprometa a no extraditar a los guerrilleros desmovilizados tras un eventual acuerdo de paz, pero el gobierno no se ha pronunciado al respecto. Ésta puede ser una señal de que, si colaboran con la Justicia, podrían permanecer en Colombia.