Una de las primeras reacciones oficiales, proveniente del consejero presidencial tunecino, Mohsen Marzouk, señaló que el atentado ocurrido ayer, en pleno centro de Túnez, junto a la sede del Parlamento, fue un ataque “contra la economía” del país, ya que el turismo es una de las principales fuentes de recursos. Este sector se está recuperando lentamente de la caída que sufrió luego de la llamada Primavera Árabe, que terminó con 23 años de gobierno liderados por Zine el-Abidine Ben Ali en enero de 2011. Hace un mes que asumió el actual gobierno, el que dio por cerrada la trabajosa transición que atravesó el país durante los últimos cuatro años, siendo el único de los protagonistas de la Primavera Árabe que logró un verdadero cambio y una relativa estabilidad.

El flamante Ejecutivo venía enfrentando duramente a los extremistas y decenas de supuestos yihadistas fueron detenidos en los últimos meses. Esta situación de tirantez llevó a los responsables políticos tunecinos a admitir su temor ante posibles atentados.

Ayer, el canciller tunecino, Taieb Baccouche, pidió a los turistas que no dejen de visitar el país a pesar del ataque. La presencia de grupos islamistas extremistas en Túnez es conocida. Se los señalaba como responsables de dos asesinatos políticos ocurridos en 2013, y realizan frecuentes ataques contra policías y militares, en particular en zonas fronterizas con Argelia.

Además, se sabe que entre 2.000 y 3.000 tunecinos combaten en Siria, Irak y Libia, mientras que otros 500 regresaron al país y son considerados un peligro para la seguridad interna.

Tunecinos enrolados en el grupo islamista Estado Islámico (EI) habían lanzado amenazas contra el gobierno, y se sabe que varios de sus ciudadanos participaron en ataques de EI en Libia. Además, de acuerdo al diario francés Libération, el martes de noche circuló en la red social Twitter un video de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), en el que llamaba a atacar la ciudad de Túnez, capital del país. AQMI está representado en Túnez por el grupo Okba Ibn Nafaa, que es el más activo en el país. Sin embargo, desde 2011 no se había registrado ningún ataque indiscriminado contra civiles.

Ayer, en el mediodía de Túnez, dos hombres armados con ametralladoras Kalachnikov comenzaron a disparar sobre turistas que estaban subiendo y bajando de los ómnibus situados en el estacionamiento del famoso Museo del Bardo. Ese primer tiroteo dejó por lo menos ocho muertos, según habían informado los medios en su momento. Ese centro turístico tunecino está ubicado junto a la sede del Parlamento. En ese preciso momento, según relataron diputados a la prensa tunecina, el Legislativo estaba debatiendo una ley de lucha contra el terrorismo y el blanqueo de activos. Debido a que en la sede se encontraba el ministro de Justicia, Mohamed Salah Ben Aïssa, además de altas personalidades del Ministerio de Interior, cundió el pánico en la sede del Parlamento unicameral, según los testigos citados por la página web de información tunecina Kapitalis. Cuando los guardias del museo y del Parlamento comenzaron a disparar a los atacantes, éstos ingresaron al museo, donde permanecieron hasta que las fuerzas de seguridad asaltaron el lugar. Según el último balance emitido por el Ministerio de Interior, 20 turistas extranjeros fallecieron dentro y fuera del museo. Entre ellos había colombianos, brasileños, españoles, italianos, polacos, alemanes y sudafricanos. También fallecieron un agente y un civil tunecinos, además de los dos atacantes, que fueron abatidos por las fuerzas de seguridad. A las víctimas se suman por lo menos 32 heridos, de las mismas y otras nacionalidades, entre los cuales algunas personas permanecían en estado grave.