Las estimaciones oficiales de la cantidad de muertos en Nepal no han dejado de aumentar desde el sábado al mediodía, cuando ocurrió el terremoto grado 7,9 en la escala de Richter. Ayer se informaba que 2.300 personas habían muerto en el país, así como 62 en India, 18 en China, 17 en Tíbet y cuatro en Bangladesh. Las réplicas del sismo han llegado a tener una magnitud de 6,7 grados y mantienen en alerta a cientos de nepalíes, que desde el sábado están a la intemperie, enfrentando temperaturas bajo cero y lluvias intermitentes.

El epicentro del terremoto se ubicó a unos 150 kilómetros de la capital, Katmandú, una de las ciudades más afectadas. Las agencias internacionales informaban ayer que en Katmandú muchos edificios se derrumbaron por completo y otros estaban a medio derrumbarse y se sacudían con cada una de las réplicas.

Todos los hospitales nepalíes estaban colapsados y trataban a los más de 6.000 heridos en las calles, por miedo a que las estructuras de esos centros de salud se derrumbaran. Mientras tanto, cientos de rescatistas intentaban encontrar sobrevivientes entre los kilómetros de escombros en Katmandú.

El terremoto causó una avalancha en el Everest, donde cientos de personas hacían montañismo. Las réplicas generaban sucesivas avalanchas de pequeña magnitud que dificultaban el rescate por tierra, mientras que las condiciones climáticas hacían imposible el acceso aéreo. Recién ayer se comenzó a sacar a algunos de los sobrevivientes de la zona vía aérea y se intensificaron los trabajos de rescate. Las avalanchas cayeron sobre los campamentos que están en la base del Everest, y a su vez dejaron aislados a unos 1.000 montañistas que estaban acampando en puntos más altos. Estaban escalando el Everest cuando ocurrió la primera avalancha, informó la agencia de noticias Reuters. En su primer balance, el gobierno informó que habían muerto 22 escaladores y otros 217 habían desaparecido.

Las imágenes de la base del Everest mostraban decenas de carpas cubiertas por la nieve y las rocas que cayeron en la avalancha, y a los rescatistas intentando sacarlas, incluso con sus manos, para buscar sobrevivientes. Los montañistas que han hablado con distintos medios periodísticos dicen que en el campamento base los sobrevivientes están en pánico, que la coordinación de los equipos de rescate es muy mala y que la ayuda no está llegando, ni a ellos ni a quienes están aislados en puntos más altos del Everest.

El valle de Katmandú cuenta con siete monumentos o lugares que fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y todos ellos fueron afectados, en mayor o menor medida, por el terremoto.

La torre Dharahara, una de las atracciones turísticas más importantes de Katmandú, quedó destruida. Fue construida en 1832 para la reina de Nepal; medía más de 60 metros y contaba con un mirador circular. De todo eso hoy sólo queda en pie una pared de unos pocos metros de alto. Según la Policía, unas 200 personas quedaron atrapadas dentro cuando la torre se destruyó, y ayer todavía intentaban rescatarlas.

La respuesta del gobierno nepalí no parece ser suficiente y se acumulan las críticas en su contra. Entre sábado y domingo decenas de países y organizaciones anunciaron donaciones de todo tipo para enfrentar la situación en Nepal: dinero, medicinas, ropas, equipos de médicos que viajaron hacia allí, así como expertos en ayuda humanitaria y hospitales de campaña.

Recién ayer el gobierno de Nepal se reunió con agencias y organizaciones humanitarias que están en el lugar para ayudar a los sobrevivientes que quedaron en la calle y a los hospitales que atienden a los heridos. Organizaciones como Save the Children, Médicos sin Fronteras o CARE International estaban allí. El coordinador de esta última, Santosh Sharma, dijo a Reuters que la situación era cada vez más difícil, por los obstáculos logísticos debidos a los derrumbamientos que causó el terremoto. Advirtió, entre otras cosas, que en grandes zonas de Katmandú no había electricidad y que estaba empezando a escasear el agua. Para anoche estaba prevista una gran tormenta con fuertes lluvias y un descenso de la temperatura, lo que aumentó los temores de que aumentara el desastre.