Ayer, por tercer día consecutivo, hubo protestas en Río de Janeiro debido a que cuatro personas murieron y tres resultaron heridas en el marco de un operativo policial en el Complexo do Alemão, en el norte de la capital carioca. El jueves la Policía Militarizada de Río de Janeiro desplegó ese operativo contra el tráfico de drogas y la delincuencia organizada.

En 2010 el Complexo do Alemão fue invadido por fuerzas policiales y militares que expulsaron a los líderes del narcotráfico que solían refugiarse en éstas y otras favelas cariocas. Tras la invasión inicial, en 2012 se instalaron Unidades de Policía Pacificadora, a la vez que el Estado comenzó a brindarle a la zona servicios como electricidad y saneamiento, y a instalar centros de salud y educación. Según la Policía, desde hace algunos meses los narcotraficantes que fueron expulsados en 2010 intentan recuperar su posición en distintas favelas del complejo, por lo que son cada vez más frecuentes los operativos policiales. Si bien los indicadores de delitos han caído en las favelas “pacificadas”, en éstas ha aumentado el número de denuncias de muertes sospechosas o causadas por balas perdidas, y también de desapariciones.

En este marco se desarrolló el operativo del jueves, que generó una balacera entre policías y supuestos traficantes. Según la Policía Militarizada, los traficantes los recibieron a balazos. Según testigos, fueron los policías los que ingresaron a la favela disparando. En la balacera murieron cuatro civiles: un niño de diez años, un ama de casa que estaba dentro de su vivienda, y dos jóvenes. Todavía no están claras las condiciones en que ocurrieron las cuatro muertes, pero sí se sabe que el niño, Eduardo de Jesús Ferreira, estaba en la puerta de su casa cuando recibió el impacto de una bala. Su madre, que estaba en la casa y lo vio morir, asegura que un policía apuntó y disparó contra el niño.

Por su parte, la Policía Militarizada inició el viernes una investigación en el marco de que confiscó las armas de los agentes que participaron en el operativo, para determinar si con ellas se dispararon las balas que causaron las cuatro muertes. Los padres de Eduardo pidieron que se le permitiera a la madre identificar al policía que disparó contra su hijo, un pedido que no ha tenido respuesta de la Policía Militarizada.

La muerte de Eduardo y de otras tres personas, que se suman a las múltiples denuncias previas, motivaron tres jornadas consecutivas de protestas en Río de Janeiro. En la del viernes los manifestantes intentaron cortar la ruta de acceso al complejo, los policías respondieron, y hubo un enfrentamiento de éstos con los habitantes del complejo. La Policía lanzó gases lacrimógenos. La segunda movilización fue convocada bajo la consigna “Marcha pacífica”, y los manifestantes, en su mayoría personas que viven en las favelas que conforman el Complexo do Alemão, llevaron telas blancas (muchas de ellas sábanas) que usaban como banderas.

Ayer la organización civil Rio de Paz convocó en la playa Copacabana a una protesta en la que enterró un ataúd pequeño cubierto con la bandera de Brasil, en un lugar rodeado por cruces blancas que habían clavado en el piso. Los organizadores se quejaron de que la actividad contó con la presencia de sólo unas 50 personas. “¿Qué tiene que pasar para que estas personas se sensibilicen?”, se preguntó Nelson de Castro, uno de los organizadores, en referencia a los habitantes del sur de Río, la zona más rica de la ciudad.

La Policía Militarizada de Río de Janeiro anunció ayer que tiene previsto aumentar su presencia en el complejo. El entierro de Eduardo está previsto para hoy, lejos del complejo, en el estado de Piauí.