El grupo de países más industrializados del mundo, el G-20, llamó la atención acerca de los riesgos crecientes ocasionados por la “volatilidad financiera y un prologando período de baja inflación”, que se derivan de que las políticas monetarias de los grandes bancos centrales empiezan a divergir.

Según indica el comunicado del grupo dado a conocer tras el encuentro realizado entre el jueves y el viernes en Washington, “en un ambiente de políticas monetarias divergentes y creciente volatilidad en los mercados financieros, las decisiones políticas deberían ser cuidadosamente calibradas y claramente comunicadas para minimizar los efectos negativos” que podrían causar.

Los medios de prensa presentes en la reunión, en la que participaron los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales de los países del grupo, destacan que todo el tiempo sobrevoló el temor a que la decisión anunciada por la Reserva Federal estadounidense (Fed, por su sigla en inglés) de comenzar a subir las tasas a partir de junio genere sacudidas en el resto de mercados.

El presidente en funciones del G-20, el viceprimer ministro turco, Ali Babacan, prefirió ver el lado bueno y destacó en conferencia de prensa que “hay consenso en que la Fed está trabajando mucho mejor en comunicación”. Hacía referencia a lo que sucedió a mediados de 2013, cuando el anuncio de que la Fed pensaba replegar la expansión monetaria para apoyar el crecimiento de la economía estadounidense causó graves turbulencias en mercados europeos y asiáticos.

Ahora, mientras la Fed anuncia el comienzo del fin de los estímulos monetarios, en junio, el Banco Central Europeo decidió recorrer el camino seguido por la autoridad monetaria estadounidense antes de 2013 y comprar deuda pública a gran escala (liberando dinero a la economía). Por su parte, el Banco de Japón decidió mantener sus inyecciones de liquidez, que hasta ahora no han cosechado grandes éxitos en materia de recuperación económica.

A su vez, el comunicado que emitió el G-20 después del encuentro reafirmó su compromiso con políticas que impulsen el crecimiento de los países en un momento en el que las previsiones de mediano plazo son como mínimo modestas. El texto afirma, además, que los países del grupo están “trabajando en estrategias de inversión específicas” para cada país.

El comunicado del grupo de naciones desarrolladas y de mercados emergentes, que representan cerca de 80% del Producto Interno Bruto global, advirtió sobre los riesgos de los “sostenidos desequilibrios internos y externos, una alta deuda pública y tensiones geopolíticas”.

Si bien Grecia no aparece mencionada por su nombre en el comunicado, fue uno de los temas de interés de los altos cargos presentes en Washington para la reunión del G-20 y de los encuentros de primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

El más pesimista fue el ministro de Finanzas británico, George Osborne, que recordó que “el ambiente es notablemente más sombrío que en el último encuentro internacional”. Osborne añadió que las discusiones sobre Grecia “dominaron” todas las reuniones. “Está claro ahora, para mí, que una equivocación o error de cálculo en cualquier bando podría fácilmente llevar a las economías europeas al tipo de situación peligrosa que vimos tres o cuatro años atrás”, agregó en un diálogo con periodistas.