Todos parecen estar de acuerdo en que la manifestación del sábado en Roma representó la primera aparición pública de un nuevo proyecto político de izquierda, que todavía no tiene una definición pero que ya reúne a una coalición de fuerzas que lo apoyan. Nadie puede negar tampoco que su prueba de la plaza y de los números fue ampliamente superada. Una marcha animada, numerosa, intergeneracional atravesó Roma y se concentró en la histórica Piazza del Popolo, bajo un sol primaveral después de varios días de lluvia. La multitud que participó le muestra al gobierno de Renzi, principal destinatario de esta protesta, que existe en el país una oposición fuerte a su izquierda.

Fue una victoria y una demostración de fuerza de Landini, dirigente de la FIOM, la Federación de los Trabajadores Metalúrgicos, y el hombre que desde hace meses, casi en absoluta soledad, lleva adelante una crítica radical a las políticas laborales y sociales del gobierno.

El día de movilización había empezado con un flashmob de los estudiantes y activistas de la Rete della Conoscenza, una red que reúne a distintos actores del sector de la educación -estudiantes, investigadores, profesores-. Descargaron frente al Ministerio del Trabajo y Políticas Sociales cajones de fruta llenos de currículums de trabajadores precarios para decir: “No a las políticas de precarización y desmantelamiento del estado de bienestar llevadas adelante por este gobierno, que nos condenan a una cotidianidad de sacrificios”. Se referían a la reforma del mercado laboral del gobierno, que prevé, entre otras cosas, contratos que relacionan los derechos del trabajador a la antigüedad laboral, una mayor flexibilidad para que se modifiquen las tareas que la empresa le asigna, y la revisión de los mecanismos del seguro de paro.

Una hora más tarde empezaba la concentración en Piazza Esedra, que se llenaba de banderas rojas del sindicato, de activistas de movimientos sociales, estudiantes y jubilados. Miles de personas marchaban hasta llegar a Piazza del Popolo, en pleno centro de Roma, atentos a lo que proponía el escenario, en el que se alternaron intervenciones de oradores, videos y música.

Muchas asociaciones de la sociedad civil italiana decidieron adherir a ese proyecto, entre otras Libera, dedicada a la lucha en contra de las mafias; Action, que milita por el acceso a la vivienda; Emergency, la organización humanitaria liderada por Gino Strada; Tavolo Verde, que reúne a los pequeños agricultores; Strike Meeting, vinculada con estudiantes y trabajadores precarios; además de intelectuales, juristas y partidos como Rifondazione Comunista, así como otros dirigentes de izquierda y de centroizquierda que miran con atención a este nuevo actor político en formación.

“Ya estamos cansados de anuncios electorales y de mentiras. Debemos tener la valentía de decir la verdad y de cambiar realmente el país. […] Este gobierno tiene una lógica patronal y está actuando según las indicaciones provenientes del Banco Central Europeo […], es todavía peor que el gobierno de Berlusconi”. Esas palabras fueron pronunciadas por Landini al final de la tarde, mientras un viento frío empezaba a golpear la plaza. El dirigente se manifestó “en contra de la coalición de gobierno, de empresarios, del Banco Central Europeo y los organismos financieros” y lanzó Unions como una coalición de “unidad entre personas que para vivir deben trabajar”.

La idea de Unions, que el propio Landini ha vinculado con los orígenes del movimiento sindical, lleva en su interior la voluntad de alianza entre sujetos distintos, que tienen en común una lectura similar de los procesos representativos y democráticos que Italia atraviesa en esta coyuntura económica y social. Esta visión conlleva una propuesta de renovación para reconstruir las bases de la participación democrática y reencontrar una subjetividad política. Pero Unions no es un partido, o todavía no lo es. Ni parece ser, por lo menos en este momento, un actor similar a Podemos o Syriza. Parece más un intento de repensar cómo ha sido posible en los últimos años que en Italia se haya llegado a la catástrofe social, la subordinación de la política y la negación de los derechos.

Como dijo en su intervención Stefano Rodotà, jurista muy popular en el ámbito de la izquierda italiana y que fue candidato a la presidencia por el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo, se debe “pensar en un actor que sea capaz de hacer masa crítica y alimentar la política”.

Los peligros más grandes que pueden afectar esa operación de zurcido de las instancias sociales y políticas son los mismos que en los últimos años han hecho naufragar innumerables proyectos parecidos: tácticas de los partidos, incapacidad de salir de los propios intereses particulares, falta de una estrategia a largo plazo, regreso de una clase política que ya ha agotado su capacidad de empatía con el país, incapacidad de los representantes de interpretar a la parte más viva de la sociedad. Si no se resuelven esos nudos, la primavera está lejos de empezar.