Está previsto que unas 300.000 personas asistan mañana a la ceremonia de beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado por un comando de ultraderecha el 24 de marzo de 1980 mientras daba misa. Un día antes, Romero había exigido al Ejército salvadoreño que terminara con la represión y no usara sus fusiles contra “sus mismos hermanos” campesinos. “Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”, había dicho Romero tiempo antes. Desde su muerte, ha sido homenajeado en canciones y monumentos, ha recibido diversos premios y títulos póstumos, y una fundación lleva su nombre y se encarga de mantener vivo su recuerdo.

Según la Comisión de la Verdad, que investigó los crímenes ocurridos durante la guerra civil (1980-1992), Romero fue asesinado por orden de Roberto d’Aubuisson, fundador del partido derechista Alianza Republicana Nacionalista, que gobernó El Salvador de 1989 a 2009.

A diez años de su muerte, en 1990, se iniciaron las gestiones para canonizarlo. En febrero, el papa Francisco, el primer papa latinoamericano, reconoció el “martirio” de Romero y estableció que fue asesinado por “odio a la fe”. Esto era el paso previo a la beatificación de mañana.

Según informó la agencia de noticias Efe, está previsto que a la ceremonia asistan los presidentes de Ecuador y Panamá, los vicepresidentes de Costa Rica y Cuba, además de delegaciones de 12 países, entre ellos Uruguay.