CiU no era una fuerza soberanista, aunque sí abogaba por una mayor autonomía con respecto al gobierno español. Cuando en 2012 las organizaciones sociales y políticas que pedían la independencia comenzaron a manifestarse cada vez con más fuerza, CiU, bajo el impulso del presidente catalán, Artur Mas, se fue volcando también hacia el camino soberanista. Este recorrido tuvo entre sus últimos tramos el referéndum sobre la independencia -que fue invalidado por la Justicia a instancias del gobierno español- y la convocatoria a elecciones para el 27 de setiembre bajo la expresa consigna de que sea una votación acerca de la independencia (que se podrá respaldar mediante el apoyo a los partidos que la defienden).

En los últimos tres años, Mas y su partido se mostraron cada vez favorables a la independencia. Incluso la Generalitat elaboró oficialmente una hoja de ruta para que en caso de que ganen las elecciones las fuerzas soberanistas (representadas en su mayoría por CDC y Esquerra Republicana) se llegue a una declaración de la independencia, negociada con Madrid o proclamada unilateralmente por el Parlamento.

En cambio, UDC, que siempre fue la fuerza minoritaria en la coalición, nunca estuvo de acuerdo con el secesionismo, y de hecho no adhirió a la hoja de ruta planteada por Mas. Hace dos semanas, sometió este tema a votación de su militancia, y por un porcentaje mínimo de votos (1.351 a 1.226) se decidió no adherir a esa hoja de ruta. Participó en la votación 64% de la militancia de UCD, estimada en unas 4.000 personas.

Después de esa consulta CDC le dio un ultimátum a UDC para que se plegara a su hoja de ruta para poder presentarse juntos, como CiU, en las elecciones de setiembre. Si no lo hacía, se traduciría en una ruptura, y por este camino optó finalmente el Comité de Gobierno de UDC la semana pasada. Cuando se conoció el resultado de la votación el secretario general de UDC, Ramón Espadaler, proclamó: “CiU ha muerto, ¡viva Unió!”.

Cuestión de nombre

El divorcio se pudo ver unas horas después, cuando los integrantes de la UDC que eran parte de la Generalitat, el Ejecutivo de Cataluña, abandonaron sus cargos. UDC manifestó que, pese a su salida del Ejecutivo y a la división de bancadas en el Parlamento catalán, garantizará la gobernabilidad y actuará como si fuera oficialista.

Las consecuencias continuaron el miércoles, cuando en la Cámara de Diputados española se dividieron las bancadas de CDC, con diez integrantes, y de UDC, con seis. La situación en el Senado, donde UDC tiene tres escaños y CDC 13, es distinta. Allí CDC y UDC decidieron permanecer juntas y repartirse las potestades que les da constituir un grupo parlamentario, algo que perderían si se separaran.

Como para demostrar que la separación se dio en buenos términos, el portavoz del grupo, Josep Lluís Cleries (CDC), dijo que esa división se hará en partes iguales y no de manera “matemática”.

También esta semana, fueron desmanteladas las cuentas en las redes sociales de CiU, que no fueron cerradas pero perdieron los logos y colores de UDC y CDC. Por ejemplo, en Twitter la imagen de @CiU es ahora la del clásico huevito que se muestra por defecto cuando no hay foto.

A su vez, mientras la UDC liderada por Josep Duran i Lleida sale de una coalición de 37 años, esgrimiendo como argumento la coherencia con la historia de su partido, la Esquerra Republicana de Oriol Junqueras anunció que se une a la hoja de ruta de Mas y se presentará con él a las elecciones, para lo cual tiene que apartarse “momentáneamente” de sus siglas.

El sábado, en el acto en el que lanzó la campaña hacia las elecciones del 27 de setiembre, Mas llamó a todas las formaciones soberanistas a presentarse bajo una misma lista, dando por sentado que CDC también puede no presentarse con sus siglas, e incluso manejando la posibilidad de que no sea él quien la lidere, lo que, al menos en principio, parece poco probable.

No se descarta la posibilidad de que UDC sufra alguna escisión en los próximos meses, ya que hay varias corrientes enfrentadas y dos personas que buscan liderar la lista para las elecciones, el propio Duran Lleida y su número dos, Espadaler.

Además, un tercer grupo, liderado por Antoni Castellà y la presidenta del Parlamento catalán, Núria de Gispert, ya anunció que respaldará a la lista de Mas “con el objetivo de constituir una candidatura con la máxima unidad posible para las elecciones, que proponga abiertamente trabajar para ser un Estado independiente”.

Ante este pronunciamiento, Espadaler dejó entrever que quienes no hagan campaña por la UDC podrían ser expulsados del partido. “Unió lo que no hará es jugar en dos candidaturas diferentes; me parecería una falta de rigor y de respeto”, dijo.