Ni los ex presidentes de Francia Jacques Chirac (1995-2007) y Nicolas Sarkozy (2007-2012), ni el actual, François Hollande, se salvaron del espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense, según Wikileaks. Esta revelación motivó que París llamara a consultas a la embajadora estadounidense ayer, día en el que se aprobó una ley que regula las prácticas de espionaje en el país europeo y que algunos comparan con el Acta Patriótica estadounidense, que permitió la vigilancia masiva de la NSA.

El diario francés Libération y el medio digital Médiapart publicaron el martes documentos filtrados por Wikileaks según los cuales las comunicaciones de Chirac, Sarkozy y Hollande fueron espiadas desde 2006 hasta, por lo menos, mayo de 2012, cuando asumió Hollande. También muestran que fueron espiados muchos de los colaboradores de esos presidentes. Una de las principales revelaciones de estos documentos es que tres días después de asumir la presidencia, Hollande le pidió a su primer ministro de entonces, Jean-Marc Ayrault, que se preparara ante las consecuencias que tendría una salida de Grecia de la zona euro. En una conversación telefónica, Hollande recordó su primer encuentro con la canciller alemana, Angela Merkel, a la que acusó de “intransigente” y poco abierta a sus propuestas. Según la NSA, Hollande estaba preocupado por Grecia y “por el pueblo griego, que podría reaccionar votando a un partido extremista” porque la mandataria alemana “se niega a cualquier compromiso”. Desde entonces Grecia pasó a ser gobernada por el partido de izquierda Syriza, que ganó las elecciones con un programa opuesto a la austeridad que defiende Merkel. Entonces, Hollande quiso prevenir la salida griega de la zona euro, que según algunos expertos podría ocurrir si Atenas y la Unión Europea no alcanzan un acuerdo antes del martes, cuando venza el próximo plazo para pagar parte de su deuda. Ayer las negociaciones por este tema no llegaron a una solución.

Según Libération, lo reportado en los documentos de la NSA es creíble: Hollande convocó a algunos de sus ministros a una reunión secreta (para no alertar a los mercados financieros) con el objetivo de prever las consecuencias que tendría en Francia una salida de Grecia del euro. Otra reunión sobre este tema ocurrió en junio de 2012, cuando Hollande recibió en el Elíseo al jefe del partido socialdemócrata alemán, SPD, el entonces diputado opositor (ahora en alianza con el gobierno) Sigmar Gabriel. Según los documentos, Hollande organizó el encuentro en respuesta a la poca receptividad que encontraba en Merkel. La distancia de la gobernante alemana respecto de Hollande aumentó debido a ese encuentro.

Momento incómodo

Justo ayer la Cámara de Diputados francesa convirtió en ley un texto que regula las actividades de sus servicios de inteligencia y permite la recopilación masiva de datos por medio de las empresas de telecomunicaciones. La norma, defendida por el gobernante Partido Socialista, también contó con el apoyo de la mayoría de los legisladores del partido derechista de Sarkozy, ahora llamado Los Republicanos (LR).

Sin embargo, la ley también tuvo resistencia, por ejemplo, de parte del diputado de LR Pierre Lellouche, que ayer, antes de la votación, dijo que el texto “es una copia” de las normas que en Estados Unidos hicieron posible el espionaje masivo. En ese marco, agregó, es “difícil darles lecciones” a los estadounidenses.

Se refería a que Francia llamó ayer a consulta a la embajadora estadounidense en París, Jane Hartley, por la revelaciones sobre las escuchas. El canciller, Laurent Fabius, le pidió “respuestas rápidas” acerca de si esas prácticas continúan, y las calificó de “inaceptables”, en particular “de parte de un país aliado y amigo como es Estados Unidos”.

París también anunció que el coordinador de los servicios de inteligencia, Didier Le Bret, viajó a Washington por este asunto y que Hollande habló por teléfono durante 15 minutos con el presidente estadounidense, Barack Obama. Este último reiteró, según un comunicado del Elíseo, su compromiso de 2013 de acabar con el espionaje “que pudo haber en el pasado y que es inaceptable entre aliados”.

Otro diputado de LR, Lionel Tardy, también contrario a la ley aprobada ayer, se extrañó al “escuchar de mañana a diputados levantando la voz contra los métodos de la NSA y verlos votar el proyecto de ley sobre inteligencia” de noche. Sin embargo, quienes defendieron la iniciativa consideraron que las revelaciones reafirman la necesidad de un marco legal a prácticas que ya existían fuera de la ley. Un diputado de LR que votó el texto admitió ayer que sentía “un pequeño malestar al votar esto” ese día.