El presidente Barack Obama insistió ayer en su pedido al Congreso de Estados Unidos de que “escuche al pueblo cubano y al pueblo estadounidense” y comience a levantar el embargo sobre Cuba, trabajando en la legislación necesaria para que se puedan restablecer los viajes y el comercio entre ambos países.
Lo hizo después de anunciar la reapertura de embajadas en La Habana y Washington, en un mensaje filmado en los jardines de la Casa Blanca y transmitido no sólo por los canales estadounidenses sino también por la televisión estatal cubana. Este nuevo hecho histórico ocurrirá el 20 de julio, según había anunciado el gobierno cubano poco antes.
Varios medios destacaron, citando fuentes estadounidenses, que uno de los puntos claves para lograr la reapertura de embajadas giró en torno a la libertad de movimiento que tendrán los diplomáticos estadounidenses en Cuba. Según la agencia de noticias Efe, una alta funcionaria de Estados Unidos dijo que éstos tendrán “mucha más libertad y flexibilidad” para viajar por la isla y hablar con cubanos que la que tienen ahora, y podrán moverse “de forma similar” a las delegaciones estadounidenses que se encuentran “en entornos restrictivos”. Hasta ahora, los diplomáticos de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana deben solicitar “permiso” al gobierno de Raúl Castro para viajar por Cuba. Cuando la embajada esté abierta sólo tendrán que “notificar” del viaje.
Para reclamar a los legisladores que avancen hacia el fin del embargo, Obama basó su argumentación en que las encuestas de opinión pública muestran en ambos países “el entusiasmo” con el que la población recibe la perspectiva de acabar con el distanciamiento. El argumento de la opinión pública puede tener su peso, ya que tanto su Partido Demócrata como el opositor Partido Republicano están en campaña interna para definir sus candidatos a la presidencia para las elecciones de 2016.
Sin embargo, uno de los principales precandidatos opositores a la presidencia, Jeb Bush, emitió un comunicado en el que se declara en contra de la apertura de embajadas. “Me opongo a la decisión de abrazar aún más el régimen de Castro con la apertura de una embajada en La Habana”, dijo. “Mientras los estadounidenses se preparan para celebrar el aniversario de nuestra libertad de la tiranía y el compromiso con los principios democráticos, no es poca ironía que el presidente Obama se prepare para abrir una embajada en La Habana”, agregó, en referencia al 4 de julio, fecha de la independencia de Estados Unidos.
Otro aspirante a presidente por el Partido Republicano, Marco Rubio, senador por Florida e hijo de inmigrantes cubanos, también se opuso a los anuncios en otro comunicado, en el que dijo que durante todas las negociaciones con Estados Unidos “Castro ha aumentado su represión al pueblo cubano” y que Washington miró para “otro lado”. Además afirmó que Estados Unidos está haciendo “concesiones unilaterales a este odioso régimen”.
Todavía falta
El 17 de diciembre, Obama y el presidente cubano, Raúl Castro, anunciaron el reinicio de los contactos y la apertura de negociaciones. Entonces, Estados Unidos tomó medidas para aliviar a la isla, y levantó algunas prohibiciones mediante órdenes ejecutivas. Pero el embargo a Cuba sólo puede terminar en el Congreso. “Mediante ese compromiso podemos ayudar a mejorar la vida de los cubanos. No podemos dejar que el futuro sea rehén del pasado”, dijo Obama.
Varias propuestas de ley para facilitar los viajes y mejorar el intercambio comercial ingresaron al Poder Legislativo estadounidense, pero los congresistas todavía no las trataron. Por lo tanto, ahora está en manos de los legisladores (que son republicanos en su mayoría) tomar la decisión para que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos puedan normalizarse por completo.
Además, Obama dijo que su secretario de Estado, John Kerry, viajará a La Habana “este verano” (es decir, antes de setiembre) para “izar, formalmente y con orgullo, la bandera estadounidense” sobre la embajada en Cuba “una vez más”.
Según un comunicado de Castro, publicado en el diario Granma, las embajadas respectivas en Washington y La Habana reabrirán el 20 de julio, aunque la ceremonia estadounidense de inauguración oficial se hará más adelante, en presencia de Kerry. El presidente cubano explicó que esto resulta de un intercambio de cartas entre él y Obama en las que ambos reafirmaron formalmente ayer su voluntad de restablecer la relaciones diplomáticas y, por lo tanto, de intercambiar embajadores. También para el 20 de julio está prevista una ceremonia en la sede diplomática cubana en Washington con la presencia del canciller Bruno Rodríguez. Así culminan las negociaciones para terminar con una situación que se mantenía desde enero de 1961, año en el que nació el mandatario estadounidense, según él mismo destacó.
Castro afirmó en su declaración: “Con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas, concluye la primera etapa de lo que será un largo y complejo proceso hacia la normalización de los vínculos bilaterales, como parte del cual habrá que solucionar un grupo de asuntos derivados de políticas del pasado, aún vigentes, que afectan al pueblo y a la nación cubana”. El presidente de Cuba se refirió así a su reclamo para que se levante el embargo estadounidense, y también exigió que “se devuelva el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval en Guantánamo” y que Estados Unidos deje de transmitir programas de radio y televisión en su territorio, que, según afirmó, violan normas internacionales y promueven “la subversión y la desestabilización”. Ademas, pidió que “se compense al pueblo cubano por los daños humanos y económicos provocados por las políticas de los Estados Unidos”.
Castro también reconoció las medidas anunciadas por Obama y los llamados que el presidente estadounidense está realizando para que actúe el Congreso de su país. Por último, advirtió que las relaciones nacientes entre ambos países deberán “cimentarse en el respeto absoluto” a su “independencia y soberanía”, a sus derechos como estados a “elegir el sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia de ninguna forma”, y también deberán estar basadas en “principios irrenunciables del Derecho Internacional”, como la igualdad o la reciprocidad. Todo esto, dijo, no ha ocurrido nunca desde “la intervención militar de los Estados Unidos, hace 117 años, en la guerra de independencia que Cuba libró por cerca de tres décadas contra el colonialismo español”.