Durante las últimas semanas, el conflicto en Colombia parecía intensificarse. Los ceses del fuego del gobierno y de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) quedaron sin efecto, aumentó la violencia -combates, muertes, ataques a infraestructura eléctrica y oleoductos-, y los voceros oficiales repitieron que el tiempo y la paciencia para negociar en La Habana el fin del conflicto se estaban terminando. Esta situación pareció cambiar ayer, cuando la ronda número 39 de diálogo finalizó con un anuncio sobre un acuerdo para disminuir la intensidad del conflicto.

Una primera señal conciliadora fue la decisión de las FARC de volver a declarar un cese del fuego unilateral, por un mes, a partir del lunes 20. Ayer se anunció que este alto el fuego se declarará por tiempo indefinido, como parte de los acuerdos a los que llegaron el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla. Según un comunicado conjunto que leyó el delegado de Cuba, Rodolfo Benítez, esta medida será acompañada por un “proceso de desescalamiento” de las acciones militares.

El comunicado, titulado “Agilizar en La Habana y desescalar en Colombia”, dice que la actuación de las dos partes será verificada por delegados de la presidencia de la Unión de Naciones Suramericanas (que está en manos de Uruguay, ver página 4) y de Naciones Unidas. En cuatro meses se prevé una primera evaluación del cumplimiento de los acuerdos y de la marcha del diálogo.

El gobierno de Santos aclaró que las medidas no implican que las Fuerzas Armadas dejen de cumplir sus funciones en materia de seguridad. El comunicado agrega que los puntos convenidos tienen por objetivo “fortalecer la confianza” en el proceso de paz tanto en la población de Colombia como en las delegaciones que negocian en La Habana, “agilizar la construcción de acuerdos”, y “crear las condiciones para la puesta en marcha del cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo”. Las partes se comprometen a “hacer todos los esfuerzos necesarios para llegar sin demoras a la firma del acuerdo final”.

Todavía no se definió en qué van a consistir las medidas del gobierno para bajar la intensidad del conflicto, dijo el jefe de negociadores del Ejecutivo de Santos, Humberto de la Calle. Según el diario colombiano El Espectador, De la Calle llamó a no confundir “las posibles decisiones sobre desescalamiento, que se tomarán para aliviar el sufrimiento de los colombianos, con las condiciones de un cese de fuego y hostilidades definitivo, el cual sólo podría ser aplicado con verificación, en un marco de seriedad y de garantías para todos los colombianos”.

Esto puede implicar establecer, entre varios otros puntos, qué ocurrirá con el reclutamiento de guerrilleros, si se mantendrá la campaña de desmovilización que hoy tiene en marcha el gobierno, y qué tipo de actividades de financiamiento mantendrán las FARC, no sólo el cese de los ataques armados, señaló la revista Semana.

Aunque todavía no se llegó a este punto, De la Calle, que días atrás dijo que las negociaciones estaban en su “peor momento”, ayer consideró que “la oportunidad de terminar el conflicto está viva”. También el jefe negociador de las FARC, Iván Márquez, dijo que el acuerdo implica “un relanzamiento vigoroso, prometedor y esperanzador del proceso de diálogos”.