Después de casi dos años de tensiones causadas por las revelaciones del ex espía de la Agencia Nacional de Seguridad Edward Snowden, según las cuales Brasil fue espiado por Estados Unidos, las relaciones entre los dos países parecen retomar su cauce normal. Así lo indica la visita de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, y sus resultados. La mandataria y su par de Estados Unidos, Barack Obama, anunciaron un ambicioso plan para el uso de energías renovables para darles fuerza a las negociaciones internacionales sobre cambio climático, que tendrán su punto culminante en diciembre, con una cumbre de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en París.

Rousseff dio por superada la tensión con Obama después de que finalmente se produjera el encuentro que se había suspendido en octubre de 2013, cuando se supo que Washington había escuchado el teléfono de Rousseff y espiado a empresas estatales.

“Creo que este viaje a Estados Unidos supone un relanzamiento de nuestra relación bilateral”, dijo la presidenta brasileña en la conferencia de prensa que dio después de reunirse con Obama. “Yo creo en el presidente Obama. Él me dijo que cuando necesite alguna información sobre Brasil me llamará por teléfono. Tengo seguridad de que las condiciones han pasado a ser diferentes ahora”, agregó, antes de recordar que el gobierno de Estados Unidos “ha indicado en varias ocasiones que ya no se implicará en actos intrusivos de espionaje a países amigos”.

A su vez, Obama dijo que confía “completamente” en Rousseff, que “siempre ha sido muy honesta” con él y “ha cumplido lo prometido”. Agregó: “Dilma, quiero agradecerle por haber llevado la alianza entre nuestros dos países a un nuevo nivel”. La presidenta brasileña también dijo que es “natural” que los países pasen por “crisis y dificultades” en su relación.

Ya en los últimos meses se notó cierto deshielo entre los dos gobiernos. Esto había sido notorio con la reunión que mantuvieron los dos presidentes en la Cumbre de las Américas que se celebró en Panamá en abril. Ahora el fin de las tensiones quedó confirmado con anuncios de acuerdos en ámbitos del comercio, el turismo y la seguridad social.

Los más destacados fueron los que refieren al cambio climático, anunciados con miras a potenciar las negociaciones de cara a un acuerdo global “ambicioso y equilibrado” sobre el tema en diciembre, según un comunicado de prensa conjunto.

Estados Unidos ya comunicó a la ONU su compromiso particular de cara a las negociaciones internacionales sobre el clima: reducir para 2025 sus emisiones de efecto invernadero entre 26% y 28% respecto de lo que fueron sus emisiones en 2005. Brasil todavía no lo hizo, pero según el comunicado, Rousseff aseguró que en los próximos meses anunciará una contribución “justa y ambiciosa”.

Además, tanto Estados Unidos como Brasil firmaron un compromiso para que desde ahora hasta 2030, por lo menos 20% de la generación energética en los dos países provenga de fuentes renovables que no sean energía hidráulica. A esto se suma que Rousseff fue más allá y prometió que para 2030, entre 28% y 33% de la matriz energética total de Brasil estará compuesta por fuentes renovables que no sean energía hidráulica, y que su país restaurará y reforestará 12 millones de hectáreas de selva. “Queremos pasar la página y centrarnos en una política clara orientada hacia la reforestación”, aseguró.

El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo ayer durante un almuerzo en honor a Rousseff que esos acuerdos sobre medioambiente “tienen el potencial de cambiar el mundo”. Por último, Rousseff aprovechó la visita para invitar a Obama a visitar Río de Janeiro durante los Juegos Olímpicos que se van a celebrar allí en 2016.