Su liderazgo surgió después de la invasión soviética (1979-1989), contra la que luchó con el apoyo de Estados Unidos, y después gobernó Afganistán con mano dura en los años 90, hasta 2001. El mulá Omar, que en algún enfrentamiento había perdido su ojo derecho, fue visto en público por última vez en 2001 y con su ausencia creció el mito.

En 1994, había fundado el movimiento Talibán, integrado en gran parte por estudiantes de madrasas -escuelas coránicas- de Pakistán, donde se habían refugiado muchos afganos durante la ocupación y la guerra civil que duró hasta 1996.

El mulá Omar era un autoproclamado clérigo musulmán de origen humilde que, según la biografía que publicó en abril su organización, nació en 1960 en Chah i Himmat, un pueblo cercano a la ciudad de Kandahar, en el sur de Afganistán. En esa misma región es que, según se supo ayer, fue enterrado luego de que muriera en abril de 2013 en un hospital de Karachi, en Pakistán.

Según el libro El Talibán, escrito por el periodista paquistaní Ahmed Rashid, antes de convertirse en el líder del movimiento, el mulá ganó respeto y prestigio al frente de “los hijos desilusionados de la jihad”, un grupo que protegía a los necesitados que sufrían abusos por parte de otros grupos insurgentes. En 1996, sólo dos años después de fundar el Talibán, controlaba gran parte de Afganistán y tomó la capital, Kabul. Entonces se lo designó “príncipe de los creyentes”, título que lo convirtió en líder de la “guerra santa” y emir de Afganistán, país al que gobernó desde Kandahar. Entre 1996 y 2001, Omar impuso una interpretación de la ley islámica, con el objetivo de que los afganos vivieran como creía que lo había hecho el profeta Mahoma en su época.

En ese marco, prohibió a las mujeres que salieran de su casa, que estudiaran o se maquillaran. El uso de la burka (el velo integral que cubre todo el cuerpo, con una rejilla en los ojos para ver) se hizo obligatorio para las mujeres al igual que lo fue para los hombres usar barba. Quienes no respetaron esas y otras reglas, o resistieron a la autoridad, sufrieron ejecuciones, amputaciones y lapidaciones públicas en espectáculos semanales.

El mulá Omar era allegado al líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, que entonces se refugiaba en Afganistán. Cuando en 2001 éste fue acusado del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York y el mulá no lo entregó a las autoridades de Estados Unidos, este país invadió Afganistán en octubre de ese año. El gobierno liderado por el mulá Omar cayó en 2001 como consecuencia de la invasión. La historia cuenta que huyó de Kabul en una motocicleta. Desde entonces no se lo vio más.

Ayer el Talibán no había ni confirmado ni desmentido la muerte del mulá Omar. No es la primera vez que se anuncia, pero lo habitual es que sus seguidores la desmientan sin demora.

La paz de Omar

Desde 2001 había noticias del mulá Omar por lo menos una vez por año, cuando se daban a conocer supuestos mensajes suyos con motivo del Ramadán. Esto ocurrió por última vez a mediados de julio. En ese supuesto mensaje del mulá que el Talibán publicó, el líder daba su apoyo tácito a las negociaciones en curso entre ese movimiento y el gobierno afgano, que tuvieron un primer encuentro formal el martes 7 y el miércoles 8 en Pakistán, luego de encuentros informales ocurridos en Qatar y Noruega.

Probablemente ese último mensaje buscaba acallar las divisiones que sufre la organización, entre quienes están a favor del diálogo de paz y quienes se oponen a esas conversaciones. Muchos de los que están en contra, entre ellos varios líderes del Talibán, se sumaron al grupo islamista Estado Islámico. El texto aseguraba que el islam no prohíbe “los contactos pacíficos con el enemigo”.

Sin embargo, en la interna del movimiento el comunicado dejó dudas. “El rumor de la muerte empezó a circular [...] cuando por primera vez su mensaje [el de Omar para el Ramadán] nos llegó sólo por escrito”, dijo un dirigente del Talibán a la agencia de noticias AFP, con la condición de que no lo identificara.

El grupo islamista Fidai Mahaz, que se escindió del Talibán, había publicado en su página web la semana pasada que, según su jefe, Qari Hamza, el mulá había sido “martirizado” hace dos años. Pero el Talibán lo negó.

Ayer, ante varias versiones que coincidían en anunciar otra vez la muerte de ese dirigente, que surgían de funcionarios paquistaníes que dijeron haber informado a sus pares afganos al respecto, el presidente de Afganistán, Ashraf Gani, lo confirmó por Twitter. “El gobierno de la República Islámica de Afganistán, basándose en información creíble, confirma que el líder del Talibán, el mulá Omar, murió en abril de 2013 en Pakistán”, escribió.

El vocero del Directorio Nacional de Seguridad, Abdul Hassib Sediqi, dijo a la agencia de noticias Efe que la muerte ocurrió en un hospital cerca de Karachi, en el sur de Pakistán. “El mulá Omar estaba enfermo, y fue hospitalizado hace dos años y cuatro meses en un hospital cercano a la ciudad de Karachi. Murió en el hospital, pero no sabemos si debido a una enfermedad o por otro motivo”, agregó. “Teníamos esta información desde hace dos años, pero ahora es más fiable”, dijo el vocero, y añadió que en los próximos días se dará a conocer más información.

Antes de confirmar la muerte, el gobierno afgano dijo en un comunicado que “el terreno para las conversaciones de paz está más allanado que antes” y pidió “a todos los grupos opositores armados que aprovechen la oportunidad para unirse al proceso de paz”.

La noticia de la muerte genera incertidumbre respecto de esas negociaciones, aunque el gobierno aseguró que siguen en pie. “Los debates y preparaciones para la siguiente ronda del diálogo de paz de Afganistán aún continúan”, dijo a la agencia de noticias Efe un vocero de Gani, Sayed Zafar Hashimi.

Antes, el Talibán advirtió en su página web que una “paz alcanzada bajo la presión extranjera no será aceptable”, pidió un “contacto entre afganos” y lamentó también que el gobierno y los “invasores” utilizaran el diálogo de paz como “táctica de guerra” para “crear grietas entre las filas del Talibán”.

La oficina de representación política del Talibán en Qatar, que está a cargo del proceso de paz, publicó el martes de noche en Twitter que “los rumores sobre las negociaciones” con el Ejecutivo “no tienen la verdad como base”, sin aclarar cuáles eran esos rumores, pero confirmando que sí existen divisiones dentro del grupo islamista. De acuerdo con Efe, hay una puja entre quienes abogan por negociaciones en Pakistán y quienes prefieren que éstas transcurran en Qatar, ya que ahí está la dirigencia a cargo del diálogo. Dirigentes del Talibán tienen miedo de que esto implique dejar las negociaciones en manos de otros líderes.

La muerte del mulá Omar impacta más allá de las negociaciones. Un comandante del Talibán afgano basado en Pakistán dijo a la agencia de noticias Reuters: “Estamos en una encrucijada, y tomará algún tiempo resolver este tema [del liderazgo]”. Explicó que dentro del movimiento hay quienes quieren que uno de los hijos del mulá Omar sea el sucesor de su padre, mientras que otros prefieren que ese lugar lo ocupe el líder político Akhtar Mohammad Mansour.

El vocero adjunto de la Casa Blanca Eric Schultz también consideró “creíbles” las informaciones sobre la muerte del dirigente, aunque agregó que la inteligencia estadounidense está estudiando los datos y que todavía no se puede pronunciar sobre las “circunstancias” y la fecha.