La apertura de embajadas fue celebrada por varios países, en su mayoría de América Latina, como el inicio de una nueva era en las relaciones internacionales en la región. También hubo elogios para el presidente Barack Obama por impulsar este cambio en la política exterior estadounidense.
En Washington, en el medio de aplausos y mientras se entonaba el himno cubano, se izó la bandera de Cuba. La última que ondeó en la embajada había sido conservada por un cubano residente en Estados Unidos que tuvo que arriarla en 1961, Héctor García Soto. Años después la llevó a Cuba para donarla al Museo de Las Tunas, y ayer la bandera volvió a Washington, informaron el diario Granma y el medio digital Cubadebate. Debido al deterioro que pudo causarle el paso del tiempo a la tela, se decidió que fuera otra la que ondeara en el exterior del edificio, y aquella bandera de 1961 será colocada en el salón principal de la embajada.
La ceremonia oficial contó con unas 500 personas, entre ellas el canciller cubano, el primero en visitar Estados Unidos desde 1959, año en el que una delegación liderada por Fidel Castro visitó Washington. Además del ministro, Cuba envió un grupo de unos 30 representantes de la cultura (entre ellos el músico Silvio Rodríguez), la política, las ciencias y otros sectores. Afuera, un pequeño grupo de personas protestaba contra el gobierno cubano con consignas como “Cuba sí, Castro no”.
La sede diplomática estadounidense en Cuba no izará su bandera hasta el 14 de agosto, cuando el secretario de Estado, John Kerry, viajará a La Habana para encabezar la ceremonia oficial de reapertura.
“Hoy se abre la oportunidad de empezar a trabajar para una nueva relación, distinta de todo lo anterior”, dijo Bruno Rodríguez ayer. “Es grande el desafío, ya que Estados Unidos y Cuba nunca tuvieron relaciones normales pese al siglo y medio de intercambios entre sus pueblos”, dijo. Sin embargo, también advirtió: “Sólo la eliminación del bloqueo, la devolución del territorio ocupado de Guantánamo y el respeto a la soberanía de Cuba darán sentido a lo que estamos viviendo hoy”. Más tarde, Kerry se refirió a Guantánamo y dejó claro que ese tema no está cerca de resolverse. “No sé lo que pasará en un futuro, pero por el momento, eso no forma parte de la conversación por nuestra parte”, dijo.
El tono de cautela de las declaraciones del gobierno cubano ya se había sentido la semana pasada en el discurso que dio el presidente Raúl Castro ante la Asamblea Nacional. “Comenzará una nueva etapa, larga y compleja, en el camino hacia la normalización de las relaciones, que requerirá voluntad para encontrar soluciones a los problemas que se han acumulado por más de cinco décadas y afectan los vínculos entre nuestros países y pueblos”, dijo en ese entonces Castro, que también se refirió a Guantánamo e insistió en que Estados Unidos debe devolver el territorio “ilegalmente ocupado” en la isla, así como terminar con “las transmisiones radiales y televisivas ilegales” y sus programas para promover “la subversión y la desestabilización internas”.
El tono cauto también fue utilizado por Rodríguez y Kerry en la conferencia conjunta que dieron ayer, unas horas después de la reapertura de las embajadas. El secretario de Estado estadounidense dijo unas frases en español y su par cubano leyó su discurso en inglés y español. Los dos insistieron en que las diferencias entre sus gobiernos se mantienen -en particular en lo que refiere a los derechos humanos en todo el mundo, dijo Rodríguez- y en que será necesaria mucha voluntad y paciencia para avanzar hacia la normalización total de las relaciones.
Kerry manifestó que espera que los diplomáticos estadounidenses puedan tener la libertad para viajar y conversar con todos los ciudadanos cubanos, y Rodríguez insistió en el respeto basado en la soberanía de los gobiernos y los ciudadanos de ambos países.
Además, ambos (Rodríguez con más insistencia) llamaron al Congreso estadounidense a avanzar hacia el fin del embargo, un pedido que también hizo Obama cuando anunció la reapertura de las embajadas. El embargo está establecido en un cúmulo de leyes aprobadas por el Congreso en varias instancias desde 1962 que sólo pueden ser derogadas por el Poder Legislativo, en el que se enfrentan a una mayoría republicana en ambas cámaras que es reacia a dejarlas sin efecto. Sin embargo, Cuba exige a Obama que recurra a medidas ejecutivas (decretos) para avanzar todo lo que pueda en alivianar el embargo.
Obama tiene diversas medidas a su alcance para aliviar los efectos del embargo, algunas de las cuales ya tomó, como la habilitación para el servicio de ferry entre Estados Unidos y Cuba. Entre las que puede tomar se cuenta la de ampliar las 12 categorías de ciudadanos estadounidenses que pueden viajar a Cuba o autorizar algunas transacciones comerciales específicas como forma de evadir el embargo.