El 15 de marzo, una movilización contra el gobierno llegó a reunir a dos millones de personas que protestaron en todo Brasil contra la crisis económica y la corrupción. Recién se empezaba a tener una idea real de las dimensiones de la red de sobornos en Petrobras. Si bien aparecieron consignas como “Fuera, Dilma” y pedidos por el regreso de la dictadura, esto sólo se registró en algunas zonas particulares. En cambio, la protesta de ayer, según las declaraciones que hacían los participantes a la prensa, era una movilización contra el gobierno, que reclamaba el juicio político y la destitución de Rousseff. En San Pablo, una bandera de poco más de media cuadra pedía “juicio político ya”, cerca de un globo inflable de 12 metros de alto que mostraba a Lula con uniforme de preso.
Si bien éste era el tono dominante de la movilización, también fueron objetos de la protesta el presidente de la Cámara de Senadores, Renan Calheiros, que se ha mostrado afín al gobierno, y el de Diputados, Eduardo Cunha, que está ejerciendo una férrea oposición al Ejecutivo, así como el procurador general Rodrigo Janot, encargado de dirigir la parte de la causa de Petrobras que involucra a políticos.
Rousseff asumió en enero y desde entonces su gobierno enfrentó tres movilizaciones nacionales en su contra. La de ayer fue la primera convocada por los tres grandes “movimientos virtuales” políticos de Brasil: Movimiento Brasil Libre, Revoltados Online y Vem Pra Rua, y además contaba con el apoyo oficial del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña. “No importa el tamaño de la manifestación, porque la indignación hoy es enorme”, dijo el senador y ex candidato presidencial de ese partido Aécio Neves, que participó en la manifestación en Belo Horizonte, donde incluso lo llevaron en andas y lo llamaron “presidente”.
Al igual que en las movilizaciones anteriores, Rousseff convocó a sus ministros más cercanos a una reunión para hacer una evaluación. Antes del encuentro, algunos medios brasileños se hicieron eco de lo que decían las fuentes de Planalto. La página web del diario O Estado de São Paulo informó que causó una fuerte impresión en el gobierno que las movilizaciones se concentraran tanto en Rousseff, reclamando su salida, y que se asociara tan directamente al PT con la corrupción en Petrobras, pese a que no es el partido que tiene a más políticos involucrados con el escándalo.
La manifestación se realizó después de una semana relativamente positiva para Rousseff, pese a que las encuestadoras mostraron que el rechazo a su gestión alcanza a 71% de los consultados. Esta semana, Rousseff logró un acercamiento con Calheiros y desactivó la amenaza de un inminente juicio político, al conseguir una postergación del fallo del Tribunal de Cuentas de la Unión sobre las cuentas públicas de su anterior gobierno. Fue, además, una semana en la que la mandataria recibió el apoyo de varios movimientos sociales y organizaciones empresariales, como la Confederación Nacional de la Industria, y miles de campesinas se movilizaron frente a Planalto para manifestarle su respaldo. A esto se suma que las dos mayores centrales sindicales del país, la Central Única de los Trabajadores (CUT) y Fuerza Sindical, publicaron un comunicado conjunto en varios medios de prensa, en el que pedían respeto al “calendario electoral” y “estabilidad institucional”.
En respuesta a las movilizaciones de ayer, el PT convocó para el jueves diversos actos “en defensa de la democracia” y “contra el golpe de Estado”. Además, ayer participó junto a la CUT en una movilización frente al Instituto Lula. El objetivo de esta manifestación, que reunió 5.000 personas, no era sólo apoyar a Rousseff bajo la consigna “No va a haber golpe”, sino también cuidar al Instituto Lula, contra el que fue lanzada una bomba molotov el 30 de agosto.