Un informe legislativo fue entregado el lunes a la fiscalía por el presidente del Parlamento iraquí, Salim al Juburi. La investigación, que establece responsabilidades en la caída de la segunda ciudad del país, Mosul, en manos de EI en junio de 2014, apunta a Al Maliki y también a otros 34 jerarcas, entre ellos el entonces ministro de Defensa, Sadun al Dulaimi, y el gobernador de Ninive, la provincia de la que Mosul es la capital, Azil al Nuyaifi.

“Ningún nombre de los que aparecen en este informe será borrado, todos serán presentados ante la Justicia [...] y los responsables de la caída de Mosul deberán rendir cuentas”, advirtió Juburi.

El informe acusa a Al Maliki, que entonces era jefe de las Fuerzas Armadas (por su cargo de primer ministro), de haber querido centralizar en sus manos el control de éstas. Afirma que contribuyó en gran medida a debilitarlas al nombrar comandantes que participaron en hechos de corrupción, en función de su lealtad y no por su competencia, según los expertos que investigaron el caso.

El presidente de la comisión investigadora, Hakem al Zamili, explicó que el interés de establecer responsabilidades reside en que “la causa de la caída de Mosul permitió que se cometieran crímenes nunca vistos en la historia por parte de bandas terroristas”. El actual primer ministro, Al Abadi, ya había dado su aval para que fueran presentados ante la justicia militar varios comandantes de las Fuerzas Armadas por haberse retirado de la ciudad de Ramadi ante el avance de EI, en mayo.

En setiembre de 2014, Al Maliki, que es de la mayoría chiita, tuvo que dejar el cargo de primer ministro que ocupaba desde mayo de 2006 en medio de cuestionamientos por fomentar el sectarismo que divide al país, dejando de lado a la minoría sunita, cuyo descontento sirvió al avance de EI en el norte del país. El sistema político heredado de la invasión estadounidense que derrocó al gobierno de Sadam Hussein también es señalado como responsable de las divisiones y de la corrupción, y por eso las medidas que anunció el gobierno apuntan a modificarlo. Desde la caída de Hussein prevalece la pertenencia confesional o étnica a la hora de entregar altos cargos de gobierno, y esto, según Al Abadi, fomenta el clientelismo y la corrupción.

Al Maliki respondió ayer a estas acusaciones. Por un lado, responsabilizó a Turquía de estar detrás de la pérdida de Mosul. “Lo ocurrido en Mosul fue una conspiración planificada en Ankara y que luego se trasladó a Erbil [la capital del Kurdistán iraquí]”, escribió en su página de Facebook, apuntando a una de las principales potencias sunitas de la región, y a los kurdos, otra de las grandes minorías de Irak.

Al Maliki se encuentra desde el viernes en Irán, donde iba a reunirse ayer con el guía supremo de esa república islámica chiita, Alí Jamenei, según informó el diario libanés L’Orient-Le Jour citando a la agencia AFP. Fue desde ese país que el ex jefe de gobierno consideró que el informe legislativo “carece de valor”, porque la comisión parlamentaria “estuvo dominada por las discordias políticas y no fue objetiva”, en referencia a su rivalidad con Al Abadi, que lo sustituyó y que integra el mismo partido religioso chiita, el partido islámico Dawa.

La semana pasada, en el marco de sus reformas para terminar con la corrupción, el gobierno de Al Abadi anunció la desaparición de los tres cargos de vicepresidente, uno de ellos ocupado por Al Maliki, aunque para que eso ocurra es necesaria una reforma constitucional. Ésta es una de varias medidas anunciadas con el objetivo de evitar los desvíos de fondos y el clientelismo, además de reducir gastos y aumentar la eficiencia del gobierno.