Los principales protagonistas del enfrentamiento, que la prensa italiana sigue en detalle, son Nunzio Galantino, el secretario general de la CEI, y Matteo Salvini, el líder de la Liga Norte. El Vaticano, con el papa Francisco en primera línea, defiende el espíritu de acogida y de solidaridad con los inmigrantes. Pero desde que aumentó, en la primavera europea, la cantidad de personas que llegan a las costas italianas huyendo de conflictos en África y Oriente Medio, la Liga Norte (seguida por el Movimiento 5 Estrellas) se destacó por la dureza de su postura sobre el tema. Incluso llegó a pedir que el Vaticano se hiciera cargo de los inmigrantes si tanto le importaban.
La participación de la Liga Norte en esta discusión tiene su importancia si se considera que ese partido se está convirtiendo en el mayor de la derecha italiana, según las encuestas, y es un fuerte opositor al gobierno de Matteo Renzi.
La polémica creció cuando Galantino dijo a Radio Vaticano: “Escuchamos hablar de lo insoportable que es el número de personas que piden asilo. Miren, para mí esto es una actitud alimentada por cuatro comerciantes de medio pelo que con tal de recabar votos dicen cosas extraordinariamente insulsas”.
Salvini no demoró en responder, en el diario Affaritaliani, y dijo que el que defiende “esta invasión clandestina, que está arruinando a Italia, o no comprende u obtiene beneficio”. A su entender, “no se trata de ser católico o no, sino de sentido común”.
Galantino insistió en la noche del martes: “A quien dice ‘que los lleven a su casa’ les digo que probablemente no sabe que nuestras parroquias, nuestras comunidades, muchas realidades religiosas, están acogiendo a inmigrantes”.
Además, un editorial del periódico de los obispos, Avvenire, firmado por su director, Marco Tarquinio, también criticó la postura de la Liga Norte. “Estamos cansados de esta política vacía de ideales y de sabias iniciativas, que juega a vaciar el corazón de la gente para llenarlo de resentimiento”, dice el texto, que ademas señala que quien habla de “invasión” es “cómplice activo de dictadores, explotadores, traficantes y ejecutores”. Salvini respondió: “El señor Tarquinio, que quizá vive en Marte, que no usa el ómnibus ni el tren, ni tiene problemas de trabajo, debería avergonzarse”. Se preguntó: “¿Italia sigue siendo una república o depende del Vaticano?”.
La polémica siguió ayer con declaraciones de Galantino publicadas por el semanario Famiglia Cristiana, en las que criticaba las políticas y la normativa que se aplican en Italia. “No basta con salvar a los migrantes en el mar para remontar la conciencia nacional”, dijo. Reclamó que se agilicen los trámites para las solicitudes de asilo y que se den permisos de residencia y trabajo temporales para los migrantes, para que no se diga que “vagabundean” y dependen de los italianos en plena crisis. Más tarde, el semanario aclaró que las declaraciones de Galantino habían sido exageradas y tomadas de una conversación privada con uno de sus periodistas. Sin embargo, el semanario volvió a citar a Galantino diciendo que como criticar al papa era “contraproducente” por su popularidad en Italia, habían decidido atacar a un “Galantino cualquiera”. Salvini también le había respondido al papa Francisco. Cuando éste dijo que expulsar inmigrantes es “un acto de guerra”, le respondió que las expulsiones son “un deber”.