“Los adversarios dicen mi nombre todos los santos días. Aprendí una cosa: sólo matás a un pájaro si se queda quieto, si se mueve no lo cazás. Yo volví a volar otra vez”. Con estas palabras Lula anunciaba su regreso para “dar un poco de calma a nuestra querida Dilma”. Hizo el anuncio en un seminario en la ciudad de São Bernardo do Campo, en el estado de San Pablo, en el que también participó el ex presidente uruguayo José Mujica.

Lula dijo que volverá a “viajar, hablar y dar entrevistas” pese a que él opina que un ex presidente “debe quedarse quietito para permitir que quien fue electo gobierne el país”. Cuando Lula eligió a Rousseff para que fuera la candidata presidencial del PT en 2011, fue motivo de debate qué tan presente estaría el mandatario durante el gobierno de la dirigente. En los años siguientes Lula ocupó un segundo plano y apareció de manera esporádica, en particular en los momentos de dificultades, como lo hace ahora.

En su discurso el ex presidente también hizo referencia al “odio” al PT en la sociedad brasileña. Se preguntó de dónde viene y dijo que quienes odian a su partido “están queriendo deshacer las mejoras sociales” que éste ha impulsado desde el gobierno.

Un día antes, había dicho en una entrevista con una radio que “si fuera necesario” será candidato en las elecciones presidenciales de 2018. “No puedo decir que no soy [candidato], pero espero que otras personas sean candidatas”, dijo. El presidente del PT, Rui Falcão, dijo que hay un “deseo muy grande” en el partido de que Lula sea el candidato en 2018.

Lula hizo esos anuncios en un momento en que el Poder Ejecutivo está debilitado y circulan versiones de que el principal aliado del PT, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) puede abandonar la alianza de gobierno.

El PMDB tiene en noviembre su Congreso Nacional, en el que evaluará su postura ante el gobierno. Este partido ya anunció que quiere presentar un candidato propio en 2018 (algo que no hace desde 1994) y algunos de sus dirigentes, como el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, se han convertido en opositores del gobierno en los últimos meses. En una relación que siempre fue conflictiva, éste podría ser el disparador para una separación.

Esta semana el PMDB lanzará una campaña televisiva en la que algunos de sus dirigentes -el vicepresidente Michel Temer, el presidente del Senado, Renan Calheiros, y el propio Cunha- van a insistir en que es necesario un cambio en la dirección del gobierno y una “unificación” de un Brasil polarizado. “La nación quiere cambiar, la nación debe cambiar, la nación va a cambiar”, dice uno de los spots.