El caso conocido como “La Línea” alude al nombre que se le daba a una especie de aduana paralela que funcionó en Guatemala hasta abril, cuando fue desarticulada por la Fiscalía y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG, organismo de las Naciones Unidas que funciona en ese país desde 2006). Mediante La Línea se podía importar bienes sin pagar impuestos, a cambio de sobornos elevados.
Según la investigación de la Fiscalía y CICIG, la red de corrupción llega hasta la primera línea del gobierno guatemalteco: la semana pasada fue imputada por asociación ilícita, defraudación tributaria y cohecho la ex vicepresidenta Roxana Baldetti, y ayer le tocó a Pérez Molina ser imputado por los mismos delitos.
Antes, en la madrugada, Pérez Molina renunció a su cargo para quedar a disposición de la Justicia. Lo hizo mediante una carta en la que se declara inocente y agradece “a la iglesia católica y evangélica por sus múltiples oraciones, y a los millones de guatemaltecos” que confiaron en él. “Enfrentaré con la conciencia tranquila los procesos que corresponda. Hoy más que nunca, mi compromiso con el pueblo de Guatemala es someterme con toda entereza, mediante el debido proceso, al imperio de la ley y desvirtuar los señalamientos que hoy se me hacen”, dijo.
Pérez Molina se mostró orgulloso de su decisión. “Pude salir del país, pude pedir asilo político, pero escogí el camino que debe escoger cualquier hombre que quiere construir un país y que quiere responder a la Justicia”, dijo a la emisora guatemalteca Radio Sonora. También dijo que los responsables por el caso de La Línea son los empresarios que “por tradición no han pagado impuestos” en Guatemala.
Ayer, en la primera audiencia judicial en la que Pérez Molina debía declarar por esta causa, la Fiscalía dio a conocer los cargos que se le imputan y pidió para él un régimen de prisión preventiva. El juez del caso, Miguel Ángel Gálvez, accedió a esa petición por la seguridad del ex presidente y por el riesgo de que se fugue, según argumentó. Gálvez ordenó el traslado de Pérez Molina a la cárcel de un cuartel militar.
En la tarde de ayer el Congreso guatemalteco aceptó la renuncia del gobernante con 116 votos, más de los 105 (dos tercios del Congreso) necesarios. En el cargo de presidente interino quedó Alejandro Maldonado, que fue designado vicepresidente en mayo, cuando Baldetti renunció. Maldonado ocupará el cargo hasta el 14 de enero, cuando asumirá el ganador de las elecciones previstas para el domingo, que según las autoridades no serán afectadas por la renuncia del presidente.
A las 3.00 comenzaron en las calles las manifestaciones para celebrar la salida del gobierno de Pérez Molina, que había sido reclamada en protestas multitudinarias desde abril. A medida que avanzaba la mañana, llegaban nuevos manifestantes a la Plaza de la Constitución, se sumaban otros puntos de festejos y se repetían diversas consignas, informó el diario Prensa Libre. Una de esas consignas era una advertencia para el favorito entre los candidatos presidenciales que van a competir el domingo, Manuel Baldizón: “Hoy fue Otto, mañana Baldizón”.