Los próximos meses “no serán fáciles ni cómodos”, no son “épocas para cobardes” ni para “temerosos”, ni tampoco “para resignarse en la confortabilidad”, advirtió Puigdemont en su discurso de investidura. El nuevo presidente catalán se comprometió a aplicar la declaración independentista aprobada por el Parlamento de Cataluña después de las elecciones, en noviembre, para “iniciar el proceso de constitución de un Estado independiente”. El ahora ex alcalde de Girona repasó los pasos a seguir según la hoja de ruta que acordaron Convergència Democràtica y Esquerra Republicana cuando formaron la coalición Juntos por el Sí para las elecciones, a la que se sumó la CUP después de los comicios.

Mientras Puigdemont era investido en Cataluña, el presidente español, Mariano Rajoy, dio una conferencia de prensa en La Moncloa. “No dejaré que nadie se arrogue poderes ilimitados”, aseguró, y agregó que “el Estado y la democracia funcionan siempre”.

La investidura de Puigdemont fue posible gracias a un acuerdo que alcanzaron a última hora, después de tres meses de negociaciones, la coalición Juntos por el Sí y la CUP, ambos independentistas. Como parte de ese acuerdo, Mas renunció a su candidatura a la reelección a cambio de que la CUP diera los votos para que Puigdemont, una persona de su confianza, fuera el próximo presidente. Si bien la CUP logró evitar la presidencia de Mas, el acuerdo se logró a costa de una división de su bancada y de gestos de repliegue.

Por un lado, dos de los diez diputados de ese partido de izquierda se suman a los de Juntos por el Sí, que pasa a tener 64 diputados, uno más que los cuatro partidos opositores (Ciudadanos, el Partido Socialista, el Partido Popular y Cataluña Sí se Puede, coalición que integra Podemos). Formalmente la CUP seguirá teniendo diez diputados, pero esos dos (que todavía no se definió quiénes serán) estarán en los debates de Juntos por el Sí y tendrán que votar con la coalición; los otros ocho no podrán votar junto a la oposición en contra del gobierno en temas que afecten a su “estabilidad”, aunque sí podrán abstenerse. Con esta fórmula Juntos por el Sí se asegura de ganar todas las votaciones del Parlamento.

Por otro lado, los diputados de la CUP que más se ensañaron contra la candidatura de Mas dejarán sus bancas y la formación independentista reconocerá que cometió “errores” en la negociación.

Cuando anunció el acuerdo Mas dijo: “Me hago a un lado. Para mí es una decisión dolorosa, pero estoy muy convencido de lo que estoy haciendo”. Negó que haya habido “nuevas concesiones a la CUP” y agregó: “He tomado una decisión política que tomo pudiendo haberme negado a ello. Las elecciones eran una opción, pero no era la buena opción”. Agregó que “mediante la negociación” se pudo “corregir” lo que no se logró en las elecciones: una mayoría de Juntos por el Sí en el Parlamento. “El gobierno no perderá votaciones”, y “el proceso [independentista] se salva”, destacó Mas.

El ahora ex presidente no ocupará ningún cargo, pero aclaró que no se retira de la política y no descartó la posibilidad de volver a presentarse en las elecciones que se realizarán después de que Cataluña continúe su proceso independentista y llame a nuevas elecciones, una vez que se apruebe una Constitución propia. En ese caso, se presentaría como candidato a presidente de una Cataluña independiente. Algunas personas cercanas a Mas dijeron a medios españoles y catalanes que el dirigente podría pasar a ser un “embajador” del proceso independentista.

La CUP valoró el acuerdo como positivo, aunque no lo hizo ninguna de sus caras más conocidas, sino el diputado Benet Salellas. “Desde la CUP hemos enviado a Mas a la papelera de la historia”, dijo, antes de reafirmar que la lectura del grupo sobre los resultados de las elecciones era la correcta: “Mas no tenía los apoyos suficientes y debía irse; no es un tema de vencedores ni vencidos”. Además, Salellas reafirmó que la CUP continuará con “el puño cerrado” contra el capitalismo, aunque cumplirá con su compromiso de respaldar la estabilidad del gobierno.