El aumento de la popularidad de Bernie Sanders llevó a la favorita entre los precandidatos del Partido Demócrata estadounidense, Hillary Clinton, a cambiar de estrategia electoral. Con Sanders pisándole los talones en las encuestas de intención de voto, Clinton, que hasta hace unos días no tenía problemas en marcarle al presidente Barack Obama sus diferencias en distintos temas, se presenta ahora como la cara de la continuidad. Así intenta despegarse de un rival que promete “cambio”.
La popularidad de Sanders creció en particular en Iowa, el estado en el que el lunes se inauguran las primarias. Allí la consulta es clave, porque brinda pistas sobre cómo podría desarrollarse la votación en el resto de los estados tanto para demócratas como para republicanos.
Durante el último debate entre los candidatos demócratas, Clinton defendió la gestión de Obama y se mostró como su sucesora. El giro en su discurso llamó la atención porque, desde que inició la campaña, la ex secretaria de Estado fue crítica con Obama en temas como el Acuerdo de Asociación Transpacífico, las deportaciones de inmigrantes y las estrategias militares en Siria e Irán. Pero en el debate defendió la reforma sanitaria de Obama ante la propuesta de Sanders de modificarla, y, cuando el senador la atacó por haber recibido apoyo de los grandes bancos, ella señaló que él también criticó al presidente por “recibir donaciones de Wall Street”, y dijo que, sin embargo, fue Obama quien “sacó” al país “de la Gran Recesión”. Sanders, en respuesta, insistió en que es amigo de Obama y explicó que incluso “ayudó” al presidente en la redacción de la reforma sanitaria.
La “revolución” por la que aboga el senador, que se autodefine como “socialista”, ha ganado adeptos, así como los métodos que elige para cuestionar los principios del establishment y del propio Partido Demócrata: promueve las pequeñas donaciones antes que grandes patrocinios y los encuentros vecinales antes que los megaeventos.
Obama, que oficialmente no apoyó a ningún candidato, mostró cierta inclinación por la que podría convertirse en la primera presidenta de Estados Unidos. En una entrevista publicada ayer en la revista estadounidense Politico, dijo que ella entró en la carrera hacia la Casa Blanca como la candidata favorita -por su experiencia y trayectoria- y que eso es un “privilegio” pero también una “carga” que la pone “en desventaja”, porque el electorado busca constantemente “el detalle brillante y resplandeciente que no vio antes”. En cambio, dijo Obama, Sanders llegó a las primarias con el “lujo” de ser considerado “un perdedor”, y por lo tanto con menos presión.
Aunque intentó ser parcial, el mandatario respondió con un cortante “sí” cuando le preguntaron si Clinton se estaba enfrentando a una “injusta pesquisa” por parte de sus oponentes. Aclaró además que “no es verdad” que Sanders le recuerde a sí mismo durante la campaña pasada, cuando él logró derrotar a Clinton, que también entonces era la favorita en la interna. Sobre la estrategia de Sanders, basada en denunciar la desigualdad económica en el país, Obama advirtió que, como presidente, uno “no tiene el lujo de centrarse en una sola cosa”.