“Tienen que dejar de tomarnos por idiotas”, decía Celestin en su último discurso. Se refería a que los haitianos iban a elegir presidente el 27 de diciembre, en un balotaje, pero el aluvión de denuncias por fraude e irregularidades llevó a que Martelly lo suspendiera.

La fecha para votar en segunda vuelta fue fijada después para el 17 de enero. Sin embargo, cuando faltaba una semana, el CEP señaló que los días que quedaban no iban a ser suficientes “para completar las acciones previas a las elecciones”, y el balotaje quedó para el domingo que viene.

Ayer esa fecha tampoco parecía segura, ya que Celestin, que iba a competir con el oficialista Jovenel Moïse, renunció a su candidatura. “No voy a participar el próximo domingo. Es un golpe de Estado electoral contra el país”, dijo el lunes el ahora ex candidato del partido Liga Alternativa por el Progreso y la Emancipación Haitiana, que obtuvo el segundo lugar en las elecciones del 25 de octubre.

“Pueblo haitiano: participar en la segunda vuelta presidencial organizada por este CEP, y ordenado por este Ejecutivo, obedeciendo a estos amigos, sería un grave error. Un hombre debe saber cuándo frenar”, dijo Celestin al formalizar su renuncia. Agregó: “Cuando yo sea presidente, lo seré legalmente, constitucionalmente, junto al pueblo haitiano”. El gobierno y el órgano electoral “estarán solos en su farsa”, concluyó.

A la renuncia de Celestin se suma la situación de inestabilidad que enfrenta el CEP. El lunes, unas horas antes del anuncio del candidato opositor, uno de los miembros de la entidad electoral, Jaccéus Joseph, manifestó que no participará en los preparativos de las elecciones, como muestra de “rebeldía” contra el organismo. Se propone así manifestar su rechazo porque el CEP no aplicó las recomendaciones realizadas por una comisión de evaluación ante las reiteradas denuncias de fraude que presentó la oposición.

Desde entonces otros dos miembros del CEP renunciaron y un cuarto fue suspendido porque es sospechoso de haber aceptado un soborno.

La baja de cuatro miembros en el grupo de nueve inhabilita a la institución para firmar los resultados de las elecciones, ya que por decreto electoral el CEP debe tener operativas dos terceras partes de sus miembros para dar validez a los resultados de las votaciones.

El gobernante Partido Haitiano Tet Kalé, en cambio, parece no hacerle caso a lo que está pasando, y sigue instando a la población a votar. Así lo hace Moïse, que ayer era el único candidato, y que el lunes -en un encuentro con la prensa en el que no se permitieron preguntas- invitó a los haitianos a participar de manera masiva en las elecciones y dijo estar preparado para “tomar el mando del país”.

“Ellos [la oposición] tienen miedo, ya que somos fuertes y nuestra campaña está avanzando muy bien. Espero que todos acudan a votar y a cumplir con su deber para sacar a Haití de la miseria”, agregó el discípulo de Martelly. El presidente, que según el calendario electoral tiene que entregar su puesto el 7 de febrero, confirmó ayer que las elecciones se realizarán el domingo.

Después de inaugurar una reunión ordinaria del Consejo de Ministros de la Asociación de Estados del Caribe en Puerto Príncipe, la capital haitiana, el mandatario insistió en que “todo está listo” para la celebración de las elecciones y para la “transición democrática” en febrero.

Martelly dijo que “no puede detener el proceso” y acusó a la oposición de ser la culpable de la crisis política que vive el país. Sin embargo, la decisión depende de lo que considere el CEP, y las condiciones a las que se enfrenta no son las mejores.

Según la ley electoral haitiana, el candidato que renuncie tiene que ser sustituido por el tercero más votado, que de acuerdo con los resultados de la primera vuelta fue Jean-Charles Moïse, de la plataforma de izquierda Pitit Dessalines, pero él tampoco tiene intención de participar. Además, a tan pocos días de las elecciones, no habría suficiente tiempo para modificar todo el material electoral, que ya tiene el nombre de Celestin.

Lo que pasa afuera

El caos en Haití no se restringe a las esferas de poder. El descontento de los haitianos surgió desde la primera instancia electoral de 2015, las legislativas de agosto, cuando distintas organizaciones de derechos humanos y partidos políticos opositores denunciaron fraude e irregularidades. Por entonces la protesta se trasladó a las calles. Los reclamos de transparencia en el sistema electoral y las protestas contra el gobierno de Martelly, lideradas por la oposición, se sistematizaron en las siguientes instancias electorales. Murieron varios haitianos, hubo heridos y se quemaron autos, así como edificios y oficinas electorales.

De parte de las autoridades la respuesta siempre fue el silencio, el pedido de calma automático ante una tormenta que la misma estructura desató. El último round de violencia comenzó la noche del domingo, cuando un grupo de personas quemó varias oficinas electorales en el norte del país. El día después, antes del aviso de Celestin e incluso del acto “rebelde” del integrante del CEP, la oposición volvió a convocar la protesta callejera contra los consecutivos fraudes electorales, después de varias semanas sin salir a las calles.

“Hoy llegamos a la fase final del presidente Martelly. El CEP tiene que irse para que un gobierno de transición pueda organizar elecciones libres y democráticas”, dijo en este contexto Assad Volcy, el secretario de Pitit Dessalines, antes de convocar a “protestar en todo el país”. Ese mismo lunes, con el correr de las horas, miles de manifestantes llenaron las calles y avanzaron desde los barrios periféricos hacia el centro de Puerto Príncipe coreando por momentos la palabra “revolución”.

Pero la violencia no tardó en llegar, cuando algunos de los participantes lanzaron piedras contra varios autos y comercios, prendieron fuego neumáticos, atacaron una estación de servicio y bloquearon varias avenidas con piedras, según informaron las agencias de noticias Efe y Reuters. La oposición planea seguir con las movilizaciones en las principales calles, que desde ayer cuentan con una fuerte presencia policial. La situación causó incluso la cancelación de la llegada de cruceros esta semana a Cabo Haitiano, al norte del país, un enclave que recibe miles de turistas al mes.