Irán y China suscribieron el sábado 17 acuerdos bilaterales en diversas áreas. La visita del presidente chino, Xi Jinping, es la primera de un mandatario extranjero a Irán luego del levantamiento de las sanciones impuestas a ese país por su programa nuclear. De esta manera China se anota en la lista de países que buscan cerrar acuerdos de diversos tipos con una nación de 80.000.000 de habitantes cuyo mercado promete lucrativos negocios y el suministro barato y continuo de petróleo.
Irán tiene las mayores reservas energéticas, así como minas de carbón, oro y diamantes. Las compañías estadounidenses y europeas han iniciado contactos desde hace semanas con el gobierno iraní para recomenzar el intercambio comercial y las inversiones. Pero China les lleva la delantera a los países europeos porque fue, junto con Rusia, uno de los países que mantuvieron sus relaciones comerciales con Irán a pesar del embargo impuesto.
La visita de Xi Jinping es la primera de este tipo que recibe Irán, desde que hace 14 años el ex presidente Jiang Zemin visitara ese país. La del sábado fue la quinta reunión oficial con su homólogo iraní, Hassan Rohani, desde que éste fue elegido presidente. Tras las reuniones -que incluyeron la visita al líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei- se anunció que los acuerdos alcanzaban el sector energético (en particular el gas y el petróleo), industrial, comercial, medioambiental, judicial y cultural, y tendrán un período de duración de diez años. A estos acuerdos, ambas delegaciones les dieron un valor de 600.000 millones de dólares.
China es el principal socio comercial de Irán y también su mayor importador de crudo. En 2015 compró a este país 24,4 millones de toneladas de petróleo, lo que significó 8% del total de las importaciones chinas del energético. Las compras chinas durante ese año significaron un fuerte ingreso para Irán, cuyos ingresos por la vía de la exportación se redujeron de manera drástica porque las empresas europeas abandonaron el país por las presiones de la Unión Europea y de Estados Unidos. En cambio, China se mantuvo fiel y no interrumpió sus importaciones de crudo, aunque sí las redujo.
Desde hace años, las compañías petroleras chinas han incrementado las inversiones en proyectos petrolíferos iraníes. Un ejemplo de ello es el campo de crudo North Azadega, situado en la frontera entre Irán e Irak, cuyo desarrollo y exploración es fruto de la cooperación entre Irán y la Corporación Nacional China de Petróleo.
Las importaciones de petróleo en China se aceleraron en 2015, alcanzaron 335,5 millones de toneladas de petróleo y establecieron un récord de 7,82 millones de barriles diarios el último mes del año pasado. De esta manera, China se estabiliza como el segundo consumidor mundial de petróleo, aprovechando los bajos precios del crudo para llenar sus reservas estratégicas. Por su parte, la Asociación de la Industria Petrolera China pronostica que la demanda de petróleo del país podría crecer 4,9% este año. Irán juega un papel clave en esta estrategia china, ya que este país prevé exportar todo el crudo que le sea posible y a precios por debajo del mercado.
Pero Irán es también un socio clave para China en materia comercial. Ambos países anunciaron el sábado una sociedad estratégica para impulsar lo que los medios europeos han llamado una nueva “ruta de la seda”. El megaproyecto que los chinos denominan “Una franja, una ruta” busca crear una vasta red comercial para sus productos desde Asia hasta Europa y requiere de las rutas terrestres iraníes. China pretende financiar el desarrollo de infraestructuras para conectar países de Europa y las economías en expansión de la región Asia-Pacífico, de manera tal que pueda contar con una vía terrestre y marítima para sus productos.
China jugó un rol clave durante las negociaciones sobre el programa nuclear iraní, ya que forma parte del G5+1 (Estados Unidos, Reino Unido, China, Rusia, China y Alemania), y en ese ámbito siempre apoyó a Teherán en sus demandas y sumó fuerzas con Rusia para contrarrestar las del resto de las potencias occidentales.