Un atentado suicida en la ciudad turca de Estambul dejó diez muertos y 15 heridos. Al cierre de esta edición, ningún grupo había reivindicado el ataque, aunque el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan lo atribuyó al grupo jihadista Estado Islámico (EI).

La explosión ocurrió en la plaza de Sultanahmet, en la principal zona turística de Estambul, cerca de la Mezquita Azul y de la Basílica de Santa Sofía. Los muertos a causa del ataque son todos extranjeros: ocho eran alemanes, según confirmó el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, y uno era peruano, de acuerdo con un anuncio de la canciller de Perú, Ana María Sánchez. La nacionalidad de la décima víctima todavía se desconoce, aclaró ayer el primer ministro de Turquía, Ahmet Davutoglu.

Poco después del atentado, el presidente turco dio las condolencias a los familiares, condenó el ataque y aseguró que el responsable era de origen sirio. Sin dar detalles, señaló que su país “es el primer objetivo de todas las organizaciones terroristas que actúan en la región” porque “lucha contra ellas de forma decidida”. Minutos después del discurso de Erdogan, Davutoglu confirmó en la cadena de televisión NTV que el responsable del atentado suicida fue un “miembro de EI de nacionalidad extranjera”. Citando a fuentes policiales anónimas, la agencia de noticias turca Dogan informó que el atacante se llamaba Nabil Fadli y que nació en Arabia Saudita, aunque esta información no fue ratificada por las autoridades. En cualquier caso, y si bien Turquía insiste en que la autoría del ataque corresponde a EI, por el momento ningún grupo lo reivindicó. Como medida de seguridad, las autoridades turcas aconsejaron no frecuentar lugares “muy concurridos” y evitar “provisionalmente” visitar los sitios “más turísticos” del país.

El ataque en Estambul motivó el rechazo de gobernantes de varios países. Para Erdogan, lo de ayer “puso de manifiesto una vez más” que el país debe “actuar con un solo corazón y un solo cuerpo en la lucha contra el terrorismo”. Dijo que es una lucha que su país “continuará hasta el fin”.

La canciller alemana, Angela Merkel, asoció el ataque en Estambul con los atentados “en París, Túnez o Ankara”, y dijo que, “además del dolor que causa”, lo ocurrido “confirma la necesidad de enfrentarse al terrorismo de manera decidida”. Luego, durante un consejo de ministros que convocó para informar al gabinete sobre las muertes de alemanes en Turquía, sostuvo que los terroristas “son enemigos de todas las personas libres”.

El gobierno de Estados Unidos también condenó “en los términos más enérgicos” el atentado y reafirmó su apoyo a Turquía, país al que describió como “un socio fuerte y un valioso miembro de la coalición contra Estado Islámico”. El portavoz del Departamento de Estado, John Kirby, ratificó en otro comunicado el “compromiso” de Estados Unidos de trabajar con Turquía “para combatir la amenaza compartida del terrorismo”. En tanto, las autoridades turcas investigan qué tipo de explosivo se utilizó e intentan identificar al suicida mediante muestras de ADN recogidas en el lugar del ataque.