“Por desgracia, en el transcurso del ataque aéreo que Arabia Saudita ha llevado a cabo en Saná, un cohete ha caído cerca de nuestra embajada y uno de nuestros guardias ha resultado gravemente herido”. De esta forma relataba el vicecanciller iraní, Husein Amir Abdolahian, un nuevo episodio que agrega tensión a los vínculos entre el gobierno chiita de su país y el sunita de Arabia Saudita, que decidió romper relaciones diplomáticas.

La actual crisis comenzó el fin de semana, cuando Arabia Saudita ejecutó a un clérigo chiita, lo que causó protestas en varios países en los que esa rama del islam es mayoría, entre ellos Irán, donde fue atacada e incendiada la embajada saudita. La ruptura de relaciones diplomáticas a causa de este ataque fue imitada por Baréin, Sudán, Yibuti y, ayer, por Somalía.

Esta tensión ha generado respuestas encontradas dentro de Irán, donde ha dividido a sectores sociales, políticos y militares. Mientras el presidente, Hasan Rohani, y sectores moderados han dado señales de estar abiertos al diálogo y en su momento condenaron el ataque a la embajada, otros sectores fuertes del país, como los Guardianes de la Revolución, aplaudieron el ataque y prometieron “venganza en un futuro cercano” por la ejecución del clérigo. En los últimos días la posición del presidente pareció prevalecer, al menos en el discurso oficial, y el miércoles el gobierno instó a la Fiscalía a actuar con rapidez contra quienes incendiaron la embajada saudita. Por su parte, el canciller Mohamad Yavad Zarif dijo que “la vía de crear tensión en la región debe pararse” y llamó a un diálogo.

El enfrentamiento entre Irán y Arabia Saudita es histórico y se ve reflejado en varios de los conflictos de la región, donde respaldan a bandos opuestos. Uno de estos conflictos es el de Yemen, donde rebeldes hutíes, un movimiento chiita, intentan derrocar al régimen de Abdo Rabo Mansur Hadi. El presidente es respaldado por las autoridades sauditas, que lideran una coalición árabe que bombardea las posiciones hutíes para evitar que controlen más territorios. Los rebeldes son respaldados por Irán, aunque se desconoce si este país los ayuda con armamento o milicias.

Ayer se repitió uno de los bombardeos de la coalición militar internacional liderada por Arabia Saudita. Según Irán, ese bombardeo alcanzó las cercanías de su sede diplomática e hirió a un guardia. Sin embargo, la coalición emitió un comunicado en el que niega que se haya realizado una operación “en los alrededores o cercanías” de la embajada iraní, dice que sus investigaciones han “confirmado la mentira de dichas acusaciones” y advierte a todas las sedes diplomáticas de Saná, ocupada por los hutíes, que no deben permitir operar a los rebeldes en su interior porque estarían arriesgando la vida de sus funcionarios.

Testigos de los bombardeos en Saná dijeron a las agencias de noticias Efe y Reuters que el edificio de la embajada iraní no muestra daños y que el bombardeo de ayer ocurrió a unos 700 metros de distancia.

Después de hacer su denuncia pública -ayer estaba pendiente la presentación de un informe ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas-, el gobierno iraní prohibió la importación de productos de Arabia Saudita, una medida que este país también había amenazado con tomar contra Irán pero que no implementó.