De acuerdo con las previsiones de distintos analistas, el precio del petróleo no subirá mucho durante 2016 porque el débil crecimiento de la demanda no logrará absorber el aumento de la oferta que lleva adelante la mayoría de los países productores. De acuerdo con la encuesta mensual a especialistas que realiza la agencia de noticias Reuters, este año el precio promedio del petróleo Brent alcanzará los 52 dólares por barril, 10% por debajo del valor estimado en un sondeo el mes anterior.

En los últimos meses, los precios del petróleo registraron una caída significativa, llegando a niveles mínimos en cuatro años -en el caso del West Texas Intermediate (WTI)- y de cinco años -en el caso del Brent-. En junio de 2014, el petróleo se cotizaba a 114 dólares el barril y a fines de 2015 el WTI cerraba en 36 dólares, una caída de 68% en 18 meses. Esta caída es similar a la que se produjo entre 1985 y 1986, que se debió también al aumento de la oferta como consecuencia de la decisión de liberar producción para recuperar cuota de mercado por parte de Arabia Saudita.

La producción global de petróleo aumentó 2,28 millones de barriles diarios en 2015 (2,4%), según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA, por su nombre en inglés).

Estados Unidos contribuyó significativamente a ese aumento en la oferta. El crecimiento en su producción petrolera durante 2015 es un coletazo del aumento constante que viene de la crisis de 2008 y cuyo punto de partida se relaciona con el bajo costo de extracción que (en aquel momento) implicaba el fracking, el crédito barato que obtenían las grandes petroleras por la política de la Reserva Federal y un barril a 140 dólares, que les permitió obtener inmensos beneficios.

A su vez, los países de la OPEP -la Organización de Países Exportadores de Petróleo, un cártel que históricamente ha coordinado sus decisiones para sostener los precios- no se muestran por ahora interesados en hacer recortes al suministro. Al parecer, a cada productor, considerado individualmente, le conviene seguir extrayendo la mayor cantidad de crudo posible durante un período de precios bajos, porque así maximiza los ingresos.

Por su parte, la producción petrolera en 2015 en Rusia, uno de los mayores proveedores del mundo, alcanzó el máximo de los tiempos postsoviéticos, porque las empresas pequeñas y medianas elevaron el suministro a pesar de la caída de los precios del crudo, aprovechando los menores costos gracias a una depreciación del rublo.

A esto se suma que es previsible un alza de las exportaciones de crudo de Irán, una vez que se levanten las sanciones en su contra, lo que podría debilitar todavía más los precios. En este sentido, el ministro iraní de Petróleo, Bijan Zanganeh, afirmó que su país no tiene la intención de presionar a un mercado petrolero ya pesimista, pero aclaró: “Recuperaremos nuestra participación de mercado”. El gobierno iraní dijo en reiteradas oportunidades que piensa elevar la producción de crudo en 500.000 barriles diarios después del levantamiento de las sanciones, y en otros 500.000 poco después, para así recuperar su posición de segundo mayor productor dentro de la OPEP.

Esa expansión de la oferta se contrapone con el menor crecimiento económico de los grandes países emergentes, que habían sido los principales demandantes de los energéticos entre 2005 y 2012 en los mercados internacionales (China, India, Rusia y Brasil).

Una de las consecuencias de los bajos precios previstos es que los yacimientos que funcionan se agotarán con mayor celeridad porque las empresas destinarán menos recursos a mantenerlos y tratarán de mejorar la eficiencia de los más antiguos. A su vez, si bien las 75 principales empresas petroleras occidentales continúan invirtiendo enormes cantidades de dinero en la exploración de combustibles fósiles, no parece sostenible que con precios 60% más bajos que los vigentes hace diez años sigan encontrando rentables dichas inversiones.

Con un nivel de producción como el que se espera, el petróleo se vuelve a parecer a cualquier otro commodity, tal como sucedió entre 1986 y 2005. Eso significa que la fijación del precio de venta se regirá, más que antes, por las reglas de los mercados competitivos. En ese caso, la lógica económica indica que los precios se fijan por el costo de producir un barril más y no por la lógica monopólica que imperó en los últimos años.

Pero en el mundo del petróleo hay otros elementos a tomar en cuenta. Tensiones geopolíticas, variaciones en los costos de transporte y cuellos de botella en la infraestructura de exploración y extracción pueden hacer cambiar drásticamente las previsiones. Como ejemplo, los precios, que venían bajando estos meses, volvieron a subir el lunes a raíz de la ruptura de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán por la ejecución, el sábado, del clérigo chiita Nimr al Nimr en el primer país. Las tensiones en esa zona del mundo no han cesado -cabe recordar que en 2013 los conflictos en Siria y Egipto presionaron con fuerza el precio del petróleo-, lo que puede hacer caer cualquier previsión que se base en modelos puramente económicos.

El otro elemento que ha dejado al desnudo el bajo precio del petróleo en 2015 es la dimensión de la crisis económica global. A pesar de que se asiste a una de las más fuertes caídas en el precio, esto no ha estimulado demasiado el crecimiento económico global. Según el profesor de economía y política pública en la Universidad de Harvard Kenneth Roggof, el derrumbe de los precios del petróleo ha tenido un efecto tan sólo de 0,5% en el Producto Interno Bruto mundial.