Esta semana el gobierno de Escocia presentará el borrador de un proyecto de ley que convoca a un nuevo referéndum sobre la independencia de Reino Unido. Desde que los británicos aprobaron la salida de la Unión Europea (UE), se manejaba la posibilidad de que los escoceses repitieran la votación, que se hizo por primera vez en 2014 y cuyo resultado, por 55,3% de los votos, fue mantener la situación actual.
La iniciativa fue anunciada el jueves por la primera ministra Nicola Sturgeon, que pertenece al Partido Nacionalista Escocés. Dijo que en su opinión los escoceses deben reconsiderar su decisión “antes de que Reino Unido abandone la UE”. Además, la primera ministra se comprometió a “hacer lo que sea necesario” para “proteger los intereses de Escocia”.
Uno de los argumentos manejados por Sturgeon es que en Escocia la mayoría de los votantes se pronunciaron en junio en contra de abandonar la UE: 62% de los escoceses votó por la permanencia. El anuncio llegó después de que jerarcas del gobierno británico y de la UE dieran a entender que ambas partes mantendrán posiciones duras en las negociaciones para la salida de Reino Unido.
El gobierno británico quiere que el brexit implique una autonomía casi total en el control de sus fronteras, y la UE le ha advertido que eso lo excluiría totalmente del mercado común del bloque. En oposición a la postura británica, Sturgeon dijo que en Escocia se da la bienvenida a los inmigrantes porque se aprecia “la diversidad” y se valora a la gente “por la contribución que hace, no por el país en el que nació”.
Además, el gobierno escocés se ha ocupado de reiterar en las últimas semanas que está abierto a negociar directamente con la UE para estrechar sus lazos comerciales. En este sentido, Sturgeon anunció la creación de una “red de embajadores comerciales” que buscarán profundizar las relaciones con Europa. “Quiero dejarlo muy claro: Escocia no puede confiar su representación a gente como Boris Johnson y Liam Fox [los ministros de Relaciones Exteriores y Comercio Internacional de Reino Unido, respectivamente, ambos defensores del brexit]. Ellos se están retirando a la periferia de Europa y nosotros queremos estar en su corazón”, dijo Sturgeon el sábado, en el cierre del congreso anual de su partido.
La principal dificultad para convocar a un nuevo referéndum independentista es la legislación británica, que prohíbe las votaciones de este tipo. El anterior gobierno de Reino Unido, liderado por David Cameron, permitió el referéndum de 2014, pero una nueva votación debería ser habilitada expresamente por el nuevo Ejecutivo, liderado por Theresa May.
Sturgeon dijo que, junto a la presentación del borrador, se mantendrán conversaciones con el gobierno británico para gestionar esa habilitación. Pero May ya dio a conocer su rechazo a una nueva votación en Escocia. “Votamos en el referéndum como Reino Unido, negociaremos como Reino Unido y dejaremos la UE como Reino Unido”, dijo en un congreso del Partido Conservador, a comienzos de octubre. “Nunca permitiré que unos nacionalistas divisivos minen la valiosa unión entre las cuatro naciones de nuestro Reino Unido”, agregó.
A diferencia de lo sucedido en 2014, ningún jerarca de la UE salió públicamente a defender la permanencia de Escocia en Reino Unido. La Comisión Europea reiteró después de su encuentro del sábado la misma posición que mantiene desde la aprobación del brexit: la permanencia o separación de Escocia de Reino Unido es una decisión de política interna y no le compete al bloque opinar. Distinta fue la situación en 2014, cuando, sin posicionarse abiertamente, los órganos de la UE advirtieron de las dificultades que tendría Escocia para reintegrarse al bloque si abandonaba Reino Unido.