El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, había dicho antes del plebiscito que no tenía un “plan B” si ganaba el No. Ahora, tanto él como las FARC deben enfrentarse a una situación que nadie imaginó y tendrán que ver hasta qué punto están dispuestos a renegociar las condiciones para la paz. El mandatario prometió “no rendirse” y el líder de la guerrilla, Rodrigo Londoño, Timochenko, se mostró abierto a la posibilidad de “rectificar” el acuerdo, según dijo desde La Habana en una entrevista.

Santos convocó ayer a todos los partidos políticos colombianos para analizar la situación y buscar posibles salidas. El único que no acudió a la reunión fue el Centro Democrático, encabezado por el ex presidente Álvaro Uribe, que fue el que lideró la campaña por el No. A pesar de la ausencia, el partido de Uribe manifestó en un comunicado su intención de “aportar a un gran pacto nacional” para la paz y designó a tres delegados para asistir a los encuentros con el gobierno.

Después del encuentro, Santos anunció que Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador del gobierno en los diálogos de paz, fue ratificado en el cargo y que, además, será interlocutor con la oposición en este tema, junto a los ministros de Relaciones Exteriores, María Ángela Holguín, y de Defensa, Luis Carlos Villegas.

Una de las cuestiones que el gobierno y los partidos opositores deberán contemplar es la poca participación en la consulta popular del domingo, ya que 62,6% de los habilitados para votar no lo hizo. Ayer, la Organización de Estados Americanos recomendó a Colombia adoptar medidas contra la “alta abstención”, un “aspecto reiterado en los procesos electorales colombianos” en los que la entidad participó desde 1994.

El domingo, 19 departamentos de Colombia -de un total de 32- votaron Sí a los acuerdos de paz. Pero el voto negativo en algunas regiones, como Antioquía, Santander, Norte de Santander y Cundinamarca, fue suficiente para que ganara el No. La primera lectura que se hace de los resultados es que las regiones ubicadas en el centro del país y las zonas urbanas, más alejadas de los lugares centrales en los que operaron los guerrilleros, votaron No y fueron determinantes en el resultado. Asimismo rechazaron los acuerdos la élite de los terratenientes y la clase media baja. El voto negativo también ganó en los departamentos de Meta y Caquetá, dos bastiones de las FARC y escenario, hace dos semanas, de la Décima Conferencia Guerrillera en la que las bases del grupo armado aprobaron el acuerdo de paz.

En cambio, las zonas rurales de la periferia, que vivieron lo peor del conflicto, optaron por el Sí. Los cinco departamentos más golpeados por la violencia -Chocó, Cauca, Nariño, Putumayo y Vauen pés-, ubicados en la periferia del país, eligieron esa alternativa. El Sí se impuso también en Bogotá, como una excepción, pero no fue lo suficientemente fuerte.

Ayer Santos se manifestó confiado de que “con la voluntad de paz de todas las partes” se podrán alcanzar “soluciones satisfactorias para todos”, pero pidió “actuar con prontitud y poner límites de tiempo”, porque “la incertidumbre y la falta de claridad sobre lo que sigue ponen en riesgo todo lo que hasta ahora se ha construido” en este proceso.