El tercer debate entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, que se desarrolló anoche en Las Vegas, era la última oportunidad del aspirante republicano, Donald Trump, para revertir su suerte después de varias semanas complicadas para su campaña. Con esto en mente, el empresario invitó al encuentro a Malik Obama. Este medio hermano del presidente Barack Obama, nacido en Kenia, le declaró en julio su apoyo a Trump. Ayer, consultado por la invitación, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, dijo que el mandatario no se refirió al tema y aclaró que “apenas existe” relación entre él y Malik.
Trump también invitó a Patricia Smith, la madre de uno de los fallecidos en el ataque de 2012 al consulado estadounidense en Bengasi, Libia, que ocurrió cuando su rival demócrata, Hillary Clinton, era secretaria de Estado. Los republicanos le adjudican la responsabilidad del ataque a Clinton. En la Convención Nacional Republicana de julio, Smith se subió al escenario y acusó directamente a Clinton de haber “asesinado” a su hijo.
El candidato republicano ya había usado la estrategia de los invitados “fuertes” en el segundo debate, en Missouri, cuando invitó a tres mujeres que acusaron al ex presidente Bill Clinton de abusos sexuales. A pocos metros estaban sentados Bill y su hija, Chelsea.