La fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya manifestó en un informe que tiene razones para creer que el Ejército de Estados Unidos cometió crímenes de guerra en Afganistán en 2003 y 2004. Según el documento, los militares estadounidenses habrían torturado a 61 personas en campos de detención secretos que estaban gestionados por la CIA. Los funcionarios de inteligencia habrían torturado, además, a otras 27 personas, de acuerdo con el estudio de la CPI. La corte también señala como posibles autores de crímenes “de guerra y contra la humanidad” a los milicianos del Talibán y al propio gobierno afgano, en particular a su agencia de inteligencia y a su Policía.
Los delitos se habrían cometido en las 34 provincias del país, aunque las de Kandahar y Helmand, ubicadas al sur, “parecen las más afectadas”, precisa el informe.
Fatou Bensouda, la fiscal de la corte, sostiene que no se trató de “casos aislados”, sino de “una operación orquestada para extraer información útil” mediante “técnicas de interrogatorios basadas en métodos crueles o violentos para servir a los objetivos estadounidenses en el conflicto en Afganistán”. La fiscal dijo que el siguiente paso, luego de este informe preliminar, es decidir “de forma inminente” si pide permiso a los jueces para abrir una investigación completa sobre el asunto. Si se abre, uno de los mayores obstáculos será convencer a Estados Unidos de que colabore en un proceso contra sus militares. La CPI no puede obligar a este país a colaborar porque nunca ratificó el texto fundador del tribunal y no es miembro. Sin embargo, Afganistán sí lo es, y quienes hayan cometido delitos en este territorio pueden ser perseguidos por la corte.