“Llego en tiempos difíciles, y hay muchas expectativas depositadas sobre mí para resolver las dificultades existentes”, dijo al asumir su cargo como presidente de Líbano el diputado y ex general Michel Aoun, después de ser designado por el Parlamento. El nuevo presidente llega 29 meses después de que cesara el mandato de su antecesor, Michel Suleiman, y tras 45 intentos del Parlamento de designar a alguien en ese cargo, en un proceso que estuvo marcado por la guerra civil en Siria.
Líbano estuvo sumido en una guerra civil, entre 1975 y 1990, en la que participaron las fuerzas israelíes y sirias. Los sucesos de esa guerra llevaron a que existan tres fuertes bloques de poder que se reparten los cargos de gobierno: los católicos maronitas ocupan la presidencia, los musulmanes sunitas, el cargo de primer ministro y los chiitas, la presidencia del Parlamento. Además, la invasión por parte de Siria durante la guerra civil dejó a estas fuerzas muy divididas con respecto al vecino país. El movimiento musulmán chiita Hezbolá respaldó a los gobiernos sirios de la familia Al Assad, incluido el actual, mientras los católicos maronitas se enfrentaron a las tropas sirias, liderados, justamente, por Aoun. El hoy presidente libanés fue condenado al exilio en 1990 después de que sus tropas fueron vencidas por las sirias.
Las negociaciones políticas permitieron que a Aoun lo respaldaran, en la votación de ayer en el Parlamento, partidos pro y antisirios, así como cristianos y musulmanes chiitas y sunitas.
En el discurso que dio al ser investido presidente, Aoun dijo que entre sus prioridades figuran las de reforzar el Ejército, resolver la crisis de los refugiados sirios, hacer una reforma de Estado e impulsar una ley electoral “justa”.
Además, hizo un llamado a la unidad de los libaneses y dijo que ese país está “en medio de las llamas de la región”, por lo cual es importante que se mantenga “alejado de los conflictos regionales” y adopte “una política independiente”.