Algunos de los planes que presentó Trump durante su campaña parecen tan radicales o, al menos, difícilmente realizables, que mucha gente empezó a preguntarse, después de su triunfo en las elecciones, si realmente los llevará a cabo. Especialmente porque muchos encuentran una fuerte resistencia en el Congreso, pero también porque el reñido resultado del martes y la división que generó en el país podría empujarlo a atenuar sus posturas. Por el momento, el republicano no dio pistas sobre su programa, pero algunas declaraciones recientes dan la pauta de que podría retroceder en varias cuestiones.
En una entrevista con el diario The Wall Street Journal, la primera después de ser electo, Trump dijo que está dispuesto a preservar partes de la reforma de salud del presidente Obama, en vez de derogarla, como había prometido en los últimos meses. El republicano explicó que el giro surgió el jueves, durante la reunión que mantuvo con Obama. En este sentido, dijo que estaría dispuesto a mantener dos partes del llamado Obamacare porque le “gustan mucho”: la que prohíbe a las aseguradoras privadas negar un seguro a las personas con enfermedades previas, y la que permite a los jóvenes de hasta 26 años beneficiarse del seguro médico de sus padres. En otra entrevista, que emitió ayer la cadena CBS, Trump dijo que, en caso de que decidiera revocar esta reforma -que calificó de “desastrosa” durante la campaña-, inmediatamente la reemplazaría por otra que contemplara estos dos puntos.
En la entrevista con el diario también fue consultado sobre su promesa de nombrar a un fiscal especial para encarcelar a Hillary Clinton, su rival demócrata en las elecciones, por su uso de un servidor privado de correos electrónicos cuando era secretaria de Estado. “No es algo en lo que haya pensado mucho”, respondió Trump, evasivo, “porque quiero resolver la protección de la salud, los empleos, el control de la frontera y la reforma impositiva”.
Por otro lado, Trump sorprendió durante el programa de la CBS cuando reconoció que “en algunas partes” de la frontera sur de Estados Unidos pondría vallas en vez de construir un muro, una propuesta que planteó un grupo de congresistas republicanos la semana pasada. “En ciertas áreas es más apropiado un muro. Soy muy bueno en esto, se llama construcción”, agregó el presidente electo.
También se mostró más moderado al hablar sobre su propuesta de deportar a los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en el país, cuando aseguró a la CBS que sólo deportará a los que tienen “antecedentes penales”, una decisión que podría afectar a cerca de tres millones de personas. “Lo que vamos a hacer es tomar a los criminales y a los que tienen antecedentes penales, pandilleros, traficantes de droga, probablemente dos millones, podrían ser incluso tres millones, y vamos a echarlos del país o encarcelarlos”, dijo Trump. Agregó que una vez que la frontera esté “más segura”, su gobierno determinará qué ocurrirá con el resto de los indocumentados. Estas declaraciones distan mucho de las pronunciadas durante la campaña, cuando prometió en más de una ocasión crear “una fuerza de deportación” para expulsar a todos los “extranjeros ilegales”.
Otros aires
Mientras tanto, en muchas ciudades de Estados Unidos continúan las protestas contra la elección de Trump, que se desarrollan desde el miércoles. Por el momento, los enfrentamientos que se produjeron con la Policía en las distintas movilizaciones terminaron con más de 100 detenidos y decenas de heridos leves. Durante el fin de semana, las mayores manifestaciones tuvieron lugar en Nueva York, Los Ángeles y Chicago. En un par de localidades, la Policía respondió con gases lacrimógenos y balas de goma para dispersarlas. La mayoría de los manifestantes replicaban la misma frase: “¡No es mi presidente!”.
Los organizadores explicaron a distintos medios locales que las protestas se basan en la creencia de que Trump es una amenaza para los derechos humanos de los estadounidenses por sus propuestas xenófobas y misóginas.
Los detractores del presidente electo temen que las declaraciones contra inmigrantes, musulmanes y mujeres que hizo durante su campaña, combinadas con hechos concretos, como el apoyo explícito que tiene Trump del Ku Klux Klan y otras organizaciones xenófobas, den inicio a una ola de intolerancia en el país.
Aunque el equipo de Trump le negó el apoyo en más de una ocasión, el Ku Klux Klan insiste en que el futuro presidente representa sus intereses. El día del triunfo del empresario, el ex líder de este grupo David Duke escribió en Twitter: “Esta es una de las noches más emocionantes de mi vida. No se equivoquen, ¡nuestra gente tuvo un rol enorme en la elección de Trump!”. Y, al lado, el eslogan trumpista: “Hacer a Estados Unidos grande de nuevo”. Hace unos meses, el presidente del Partido Nazi estadounidense había dicho que una victoria de Trump sería “una oportunidad real” para los nacionalistas blancos.
En los últimos días, organizaciones civiles y la Policía informaron que hubo un aumento de los ataques a miembros de grupos de minorías desde las elecciones, a la vez que se registraron pintadas discriminatorias en muchos estados, informó la agencia de noticias Reuters.
En Filadelfia, una vidriera fue pintada con “Sieg Heil 2016”, una proclama nazi, acompañada del nombre de Trump y una esvástica. En la Universidad de Nueva York, en tanto, alguien escribió “Trump” en la puerta de una sala de culto para musulmanes. En una escuela de Minnesota, que acoge a la mayor comunidad somalí del país, pintaron “Vuelvan a África” y el eslogan electoral del republicano. Se registraron ejemplos similares en otras zonas del país.
Las redes sociales han servido en estos días para denunciar otros actos de discriminación. Por ejemplo, una estudiante hispana publicó una foto en Twitter en la que se ve que su compañera de habitación marcó una línea que divide el cuarto en dos y le dejó un cartel que dice: “Eh, María, Trump ganó, así que aquí hay un pequeño adelanto de lo que se viene”. Padres de estudiantes recurrieron también a las redes para denunciar que sus hijos están siendo maltratados por sus compañeros. Entre otras cosas, les cantan canciones sobre la construcción del muro, los llaman con sobrenombres despectivos o les dejan mensajes de odio en los pizarrones.
El número dos
El presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, será el jefe de gabinete de Trump, según anunció el equipo de transición del futuro presidente. Priebus es aliado de los sectores más tradicionales del Partido Republicano, que durante la campaña le dieron la espalda a Trump, y podría servir de nexo dentro de un partido que todavía está dividido. Stephen Bannon, que también era candidato para el puesto, se convertirá en el jefe de estrategia y consejero principal del presidente, de acuerdo al mismo comunicado.