Merkel volvió a ser blanco de críticas tras el atentado del lunes en Berlín, en el que murieron 12 personas, por un tema recurrente en el último año y medio: su política migratoria y de acogida de refugiados. La decisión de Merkel de abrir las fronteras de par en par para recibir a quienes escapan de conflictos armados le valió duros rechazos y hasta la pérdida de popularidad, según mostraban las encuestas. Pero parecía que venía repuntando, y confirmó que su liderazgo sigue intacto cuando hace dos semanas volvió a ser elegida presidenta de su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), por casi 90% de los militantes, en el último congreso federal de la formación.

En ese mismo encuentro, Merkel intentó calmar las aguas al comprometerse a endurecer las condiciones para dar asilo y a agilizar las expulsiones de quienes no cumplen los requisitos para ser aceptados. Ya había demostrado su confianza dos semanas antes, cuando anunció su intención de postularse a un cuarto mandato como canciller en las elecciones de 2017.

El ataque del lunes, por el cual la Policía busca como sospechoso a un tunecino que pidió asilo en Alemania, reavivó las críticas contra Merkel cuando falta menos de un año para las elecciones generales.

Los líderes ultranacionalistas europeos, que vienen creciendo en apoyo, fueron los primeros en salir a cuestionar las políticas migratorias de la canciller y a pedir el cierre de las fronteras de la Unión Europea. Una ola de críticas que, como era de esperarse, estuvo encabezada por el partido de extrema derecha y xenófobo Alternativa para Alemania (AfD), que ayer lideró una movilización ante la cancillería para exigir el fin de la política de acogida de Merkel.

“El terror en Berlín no es un caso aislado, está directamente relacionado con la política de asilo de Merkel”, escribió la agrupación de ultraderecha en su cuenta de la red social Twitter. “Alemania ya no es segura. Sería obligación de la canciller comunicárselo a los ciudadanos”, dijo, por su parte, la presidenta del partido, Frauke Petry, en un comunicado. La dirigente denunció además que el atentado es producto de un problema que “fue importado de forma imprudente y sistemática en el último año y medio”, y señaló que el mercado navideño “no es un objetivo casual”, sino que tiene que ver con la intención de “atacar la libertad”, la “manera de vivir” y la “tradición cristiana” de los alemanes.

Por otro lado, Petry exigió que las fronteras “irresponsablemente abiertas” vuelvan a ser controladas y envió un duro mensaje contra los musulmanes: “Los potenciales terroristas y los denominados potencialmente peligrosos deben ser expulsados, las mezquitas en las que se predica la jihad deben ser cerradas. Todos los musulmanes que han asumido nuestro país como patria aprobarán estos pasos”. El lunes de noche, el representante de AfD en el Parlamento Europeo, Marcus Pretzell, fue más allá en Twitter y se refirió a las víctimas del atentado como “los muertos de Merkel”.

También surgieron críticas desde la base de apoyo del gobierno de Merkel, específicamente de la Unión Social Cristiana, la filial bávara de la CDU. El líder del partido, Horst Seehofer, insistió el martes en la necesidad de imponer un límite a la llegada de refugiados, un reclamo que viene haciendo desde hace meses. “Ante las víctimas, tenemos el deber de cambiar nuestra política de seguridad y de inmigración”, aseguró Seehofer. Además, advirtió que si la canciller no acepta hacer modificaciones, su partido está dispuesto a pasar a la oposición.

Si bien no se han anunciado medidas respecto de la política migratoria, el gobierno sí reaccionó ayer aprobando, en el Consejo de Ministros, la extensión de la vigilancia por medio de cámaras en los espacios públicos -como estadios deportivos, terminales de transporte público y centros comerciales-. La ampliación de este sistema de vigilancia fue criticada por organizaciones sociales, que consideran que puede dar lugar a excesos en un país donde todavía está muy fresco el recuerdo de la Gestapo.

La ampliación de la vigilancia mediante cámaras es una respuesta a las “nuevas amenazas” del terrorismo internacional, pero también a otras formas de violencia, dijo el ministro del Interior, Thomas de Maizière, cuando presentó el proyecto el mes pasado.

Alemania sufrió este año dos ataques de menor repercusión por parte de jihadistas: uno en un tren en Wurzburgo y otro en un festival de música en Ansbach, dos localidades de Baviera. Las preocupaciones sobre la seguridad en las calles aumentó a fines de 2015, cuando varias mujeres denunciaron cientos de agresiones sexuales en distintas ciudades alemanas por parte de extranjeros.

Laterales

Otros partidos de ultraderecha de Europa se manifestaron en el mismo sentido. La presidenta del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, pidió una alianza entre Washington, París y Moscú contra el “fundamentalismo islamista” y aconsejó proteger especialmente las iglesias en estas fechas. “¿Cuántas masacres y muertos harán falta para que nuestros gobiernos dejen de hacer entrar a nuestros países, desprovistos de fronteras, un número considerable de migrantes, cuando sabemos perfectamente que se han mezclado terroristas islamistas?”, se preguntó Le Pen en un comunicado.

La primera reacción del ex líder del Partido por la Independencia del Reino Unido, el ultranacionalista Nigel Farage, causó polémica: no envió condolencias por los muertos en el atentado, sino que se concentró directamente en criticar a la canciller alemana: “Llegan terribles noticias de Berlín, pero no es una sorpresa. Acontecimientos como este serán el legado de Merkel”. Más adelante, echó leña al fuego en una entrevista radial en la que acusó a la dirigente de ser la responsable de “todo tipo de problemas sociales y de terrorismo en Alemania”.

El holandés Geert Wilders, fiel a su estilo controvertido, llegó a tuitear una foto de Merkel como si tuviera las manos manchadas de sangre. El político xenófobo, que hace poco fue condenado por discriminación contra los marroquíes, dijo que la inmigración de musulmanes es una invasión que reemplazará a la población europea, borrará la cultura y terminará con la libertad. “Nos odian y nos matan y nadie nos protege. Nuestros líderes nos traicionaron”, agregó.

El líder y ex candidato presidencial del Partido de la Libertad austríaco, Norbert Hofer, vinculó lo ocurrido en Alemania con la persecución que, según escribió en Facebook, están sufriendo 100 millones de cristianos por su fe. “Especialmente en Europa, estamos llamados a preservar nuestra cultura cristiana y a trabajar por la libertad religiosa”, dijo.