A partir de la decisión tomada el miércoles, las tasas se situarán en un entorno de 0,5% y 0,75%. Es el primer aumento de las tasas en todo el año y el segundo en los últimos diez, después de que en diciembre de 2015 el organismo presidido por Janet Yellen comenzara a cambiar el signo de la política monetaria, volviéndola más contractiva.
Entre 2008 y 2015, la Fed practicó una política monetaria de estímulo, conocida como “flexibilización cuantitativa”, que buscaba dar más estabilidad al sistema financiero, aliviar las hipotecas y estimular el empleo y la inversión. Desde fines de 2013 se comenzó a hablar sobre el fin de esta política, ya que los estímulos, si bien apoyan el crecimiento, generaban presiones inflacionarias. La “normalización” monetaria se vio postergada no sólo por la debilidad que mostraba la economía estadounidense -que no estaba lista para caminar sin ayuda-, sino por acontecimientos internacionales, como la inestabilidad de los mercados, en la primera mitad de 2016, y por el brexit, en la segunda.
Además, la Fed anunció que prevé tres subas más de las tasas, cada una de un cuarto de punto a lo largo de 2017. Estos anuncios sobre las decisiones que se tomarían a futuro generan por sí mismos cambios en los comportamientos de bancos y agentes financieros, que dan por descontada la suba de las tasas desde hace tiempo. Ahora sólo resta ver cómo evolucionarán el empleo, la inversión y la inflación, para ver si estos anuncios se cumplen. Por ende, la concreción de los anuncios depende del impacto de las políticas del nuevo gobierno, que prometió que llevará el crecimiento a 4%, un objetivo tan optimista como poco factible. De hecho, la Fed prevé que Estados Unidos crecerá, como mucho, 2,1% en 2017.
Aunque Yellen no ha querido hablar de eso, los analistas coinciden en que la decisión de subir las tasas antes de fin de año es también una manera de prepararse para el gobierno de Trump. El millonario prometió durante la campaña un plan de estímulos y construcción de infraestructuras que podría sobrecalentar la economía y provocar un repunte de la inflación.
Los números fríos muestran que en el tercer trimestre de 2016 la economía estadounidense tuvo una expansión anualizada de 3,2%, el mejor ritmo de crecimiento registrado en los últimos dos años. El crecimiento del tercer trimestre está 1,5 puntos porcentuales por encima del crecimiento observado en el trimestre anterior. Además, la economía generó 178.000 nuevos puestos de trabajo en noviembre y la tasa de desempleo se redujo en tres décimas, hasta situarse en 4,6%, el nivel más bajo de los últimos nueve años. Como contracara, la inflación interanual en octubre fue 1,6%, el guarismo más alto en los últimos dos años.
Hay que adaptarse, que la cosa viene brava
La decisión ya ha provocado una revalorización del dólar frente a las principales monedas. El euro, debilitado además por la falta de dinamismo de las economías de la Unión Europea, cayó a su tipo de cambio más bajo frente a la moneda estadounidense en casi dos años.
Aunque apenas es el segundo incremento de las tasas de interés en diez años y su nivel es modesto, la decisión de la Fed se toma en un momento en el que muchas economías tratan de recomponer sus bajas tasas de crecimiento. La decisión del miércoles -así como las que eventualmente se tomen en 2017- puede obligar a los bancos centrales de otros países a tener que aumentar sus propias tasas de interés para evitar que los depósitos en dólares de inversores extranjeros se vayan del país rumbo a Estados Unidos y generen inestabilidad financiera. Si esto sucediera, el consumo interno y la inversión en muchos países puede enlentecerse aun más, por lo que la decisión de la Fed puede tener efectos recesivos más allá de fronteras.
Además, los países que dependen de los mercados internacionales para financiar sus déficits fiscales tendrán más dificultades para obtener crédito o, en caso de obtenerlo, lo conseguirán a tasas más altas. En la medida en que el dólar es un activo de refugio, los capitales pueden huir de las materias primas buscando aprovechar las tasas de interés más altas en Estados Unidos; por esa vía, la decisión de la Fed puede impactar también en una baja en los precios de las materias primas de exportación de varias economías.
Las frases hechas a las que son afectos los analistas económicos en Estados Unidos dicen que a la Fed le gusta “esconder la bebida cuando la fiesta se empieza a poner buena”. El problema es que a veces las fiestas molestan a los vecinos, y en este caso, no hay a quién quejarse.