El gobierno de Estados Unidos frenó la construcción de un polémico oleoducto en el estado de Dakota del Norte, luego de meses de protestas en la región lideradas por los indígenas sioux, quienes afirman que el proyecto amenaza con destruir sus reservas naturales. La decisión no tranquilizó a las tribus locales, que temen que el oleoducto pueda completarse cuando Donald Trump llegue a la Casa Blanca.

El Ejército estadounidense, que administra las tierras en cuestión, anunció el lunes que denegaba el permiso para completar la construcción del oleoducto de Dakota del Norte y aseguró que hará una revisión sobre su impacto ambiental. La comunidad indígena local sioux y cientos de ecologistas celebraron la noticia desde el campamento que establecieron en abril para manifestarse contra una iniciativa que, según afirman, pone en peligro sus fuentes de agua potable, tierras que consideran sagradas y varios lugares con valor cultural.

La decisión no asegura que el proyecto sea bloqueado para siempre. De hecho, la subsecretaria de Obras Civiles del Ejército, Ellen Darcy, dijo el lunes en un comunicado que “la mejor forma de completar ese trabajo de manera responsable y expeditiva es explorar rutas alternativas para el cruce del oleoducto”. En su versión original, el proyecto preveía que el oleoducto, denominado Dakota Access, atravesara el río Missouri y el lago artificial Oahe, que constituyen fuentes de agua potable para la tribu sioux de Standing Rock, hasta llegar a Illinois. Esa tubería, de 1.885 kilómetros, transportaría por día medio millón de barriles de petróleo desde los yacimientos de Dakota del Norte a una infraestructura ya existente en Illinois, desde donde el crudo podría distribuirse al Golfo de México. En total, costaría 3.800 millones de dólares.

La empresa que construye el oleoducto, Energy Transfer Partners, manifestó el domingo de noche que no planea cambiar la ruta ya trazada y que espera poder completar el proyecto. A la vez, afirmó que la decisión tenía motivaciones políticas y que el gobierno del presidente Barack Obama está decidido a retrasar el tratamiento del tema hasta que termine su mandato. El tramo de 1,61 kilómetros que pasa por debajo del lago Oahe es el único que queda por construir.

Los sioux y otros manifestantes que se identificaron como “defensores del agua” festejaron la decisión pero con un gusto amargo y sin indicios de que abandonarán la protesta, a pesar del frío y las tormentas que están pronosticadas para el invierno que se acerca. El presidente de la tribu sioux de Standing Rock, Dave Archambault, felicitó al gobierno de Obama por su “coraje” y por “dar los pasos necesarios para corregir el curso de la historia y hacer lo correcto”. También aprovechó para instar a los manifestantes a que vuelvan a sus casas para no exponerse a las “peligrosas” condiciones climáticas. Por el momento, ellos siguen juntando leña para calentarse.

A la ya complicada situación se sumó la posibilidad de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, esté interesado en terminar el proyecto, según sugirió su portavoz Jason Miller el lunes a la agencia de noticias AP. Miller no dijo si Trump revertirá la decisión del Ejército, pero aseguró que “revisará la situación” una vez que llegue a la Casa Blanca. Además, según el diario The Washington Post, Trump tiene acciones en Energy Transfer Partners y los opositores al Dakota Acces temen que el empresario dé prioridad a sus inversiones. En tanto, dos importantes grupos del sector industrial ya pidieron a Trump que tome este asunto como “máxima prioridad” cuando asuma el cargo el mes que viene. Se trata del American Petroleum Institute, que representa a la industria estadounidense del petróleo y el gas natural, y la Main Coalition, formada por entidades agrícolas, empresariales y laborales que se benefician de los proyectos de infraestructura en esa región del medio oeste.