El canciller ruso, Serguei Lavrov, dijo ayer que la decisión de Estados Unidos de reducir algunas restricciones al envío de armas para la oposición de Siria provocará una “nueva escalada de violencia” y “más muertes” en ese país. Lo dijo en una conversación telefónica que mantuvo con el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, a quien también le advirtió que ese “acto hostil” amenaza la seguridad de los aviones rusos y su personal militar, según informó la cancillería de Rusia en un comunicado. Agregó que es una decisión especialmente riesgosa, ya que las armas podrían terminar en manos de “terroristas”. En el conflicto sirio, Rusia apoya al gobierno de Bashar al Assad.

Lavrov se refería a una ley de presupuesto para Defensa que el presidente estadounidense, Barack Obama, aprobó el viernes y que autoriza el envío de armas, incluidos los sistemas antiaéreos portátiles, a los grupos que combaten en Siria contra el gobierno. Para el canciller ruso, se trata de una nueva e “inadmisible” maniobra de Estados Unidos para “socavar todavía más las bases de la cooperación normal entre Rusia y Estados Unidos” unos días antes de que Donald Trump lo sustituya en la Casa Blanca. Por otro lado, Lavrov y Kerry analizaron la iniciativa para resolver la crisis en Siria que surgió la semana pasada de la reunión de los ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa de Rusia, Turquía e Irán, celebrada en Moscú. La postura de Estados Unidos se desconoce por el momento, y después de la reunión de la semana pasada los tres países aclararon que no les interesa la intervención de Washington en este conflicto y la consideran poco productiva.

La posición de Rusia sigue siendo la de insistir en las negociaciones. De hecho, ayer también hablaron por teléfono Lavrov y el canciller de Turquía, Mevlüt Çavusoglu, y acordaron presionar a los involucrados para lograr un alto el fuego en Siria. Resaltaron la importancia de separar a la oposición armada de los grupos terroristas y prometieron prepararse para las conversaciones de paz previstas en Astaná, la capital de Kazajistán, para mediados de enero. Se espera que esta ronda -propuesta por Rusia y acordada además con Irán y Turquía- sea más fructífera que la que en abril quedó trunca en Ginebra por falta de consenso entre gobierno y oposición.

Sin embargo, las tensiones afloraron antes de empezar. La alianza opositora Comisión Suprema para las Negociaciones dijo ayer que no fue invitada a la reunión en Astaná y se mostró favorable a un diálogo que conduzca a una “transición política [...] que no incluya a Al Assad ni a los que cometieron crímenes contra los sirios”. El organismo agregó que está comprometido a participar en unas “negociaciones serias”, que se desarrollen “en el marco de la legitimidad internacional” y “bajo el paraguas de la Organización de las Naciones Unidas”.