En las últimas semanas aumentó la presión de los sindicatos sobre el gobierno de Mauricio Macri, que tenía abiertos varios frentes: la falta de acuerdo en la provincia de Buenos Aires para el aumento salarial de los docentes, las versiones acerca de que el gobierno impondría un “techo” a las negociaciones salariales en todos los rubros y el reclamo de los sindicatos para que se aumentara el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias. Dos de esos tres puntos tuvieron avances en estos días.

En el terreno bonaerense, donde también gobierna la alianza Cambiemos, la situación era la misma que se repite todos los veranos: se acerca el comienzo de las clases, previsto para el 29 de febrero, y los docentes y el gobierno de la provincia no logran llegar a un acuerdo acerca del aumento salarial para este año. La gobernadora María Eugenia Vidal, cercana a Macri, había ofrecido a los docentes un aumento de sueldo de 24% en tres cuotas durante el año, una propuesta que fue considerada “insuficiente”.

En los últimos días las partes se acusaron mutuamente en los medios de no tener voluntad de negociar, y todo parecía indicar que la semana próxima iba a estar repleta de reuniones de último momento. Sin embargo, el gobierno nacional envió una señal favorable a los trabajadores. En una reunión que tuvo lugar el miércoles, les ofreció a los cinco principales gremios docentes un incremento salarial total de 40% en dos cuotas, aumentando el pago mínimo a un docente de los actuales 6.060 pesos argentinos a 7.800 en febrero y a 8.500 en julio. La oferta sirvió para calmar los ánimos de los trabajadores en la semana previa al primer paro que enfrentará el gobierno de Macri, el de los trabajadores públicos, previsto para el miércoles. El Ejecutivo y los gremios ya acordaron que éste será el aumento, pero el ministro de Educación, Esteban Bullrich, les pidió que esperaran hasta hoy para firmarlo, así tenía tiempo de “limar asperezas” con los gobiernos provinciales, informó el diario Página 12.

Si bien la oferta satisfizo a los trabajadores, también generó múltiples reclamos de los gobernadores, que aseguran que las cuentas provinciales no permiten costear esos aumentos. Estas quejas se oyen mientras todavía está pendiente una renegociación de la coparticipación, la forma en la que se distribuyen los ingresos por el cobro de impuestos entre el gobierno nacional y los provinciales.

Con expectativa

Otra señal del gobierno a los trabajadores fue el anuncio, ayer, acerca del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, que aumentará de 21.000 a 30.000 pesos argentinos, o sea, de unos 1.400 a unos 2.000 dólares.

En su discurso Macri dijo que esta medida no beneficia a las personas que reciben sueldos más bajos y que, por eso, el gobierno había decidido “ampliar y alcanzar con nuevas asignaciones familiares a 1.200.000 niños”, para “darle prioridad a la niñez y que cada chico tenga acceso a la mejor estimulación, crecimiento y educación”. El aumento se dispondrá mediante una resolución ministerial, un instrumento similar al del decreto, sin pasar por el Congreso.

El presidente hizo sus anuncios en una sala de la Casa Rosada con casi todos los miembros del gabinete, varios gobernadores y algunos líderes sindicales. Dijo que ésa era una señal de que “hay más coincidencias que diferencias”, en lo que pareció ser una preparación de terreno para sus próximos pasos: el gobierno quiere que empresarios y trabajadores lleguen a un “pacto social” en la previa de las reuniones para las negociaciones salariales, las paritarias.

Los sindicalistas que opinaron sobre el aumento consideraron que es una buena noticia, pero no es suficiente. El dirigente de la Confederación General del Trabajo Hugo Moyano dijo que “es un avance, pero faltan todavía muchos temas para discutir”. Moyano y otros sindicalistas se refirieron a las paritarias, cuyo comienzo todavía no está estipulado.

En las últimas semanas el gobierno emitió señales que alarmaron a los trabajadores. El presidente les pidió que tengan “prudencia” y dijo: “Lo que tenemos que hacer es bajar la inflación”. Después se refirió a que un aumento en los sueldos repercutirá en los costos de las empresas y los precios de los productos de consumo.

El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, fue más específico y aseguró que “es posible pensar” en un “tope” de aumentos en las paritarias de entre 20% y 25%. Estas declaraciones generaron múltiples reacciones de los sindicatos, que rechazaron ir a negociar con un techo. Sólo unas horas después el jefe de gabinete, Marcos Peña, salió a rectificar y a asegurar que las paritarias no tendrían un techo. Enseguida Triaca quiso aclarar sus declaraciones y dijo que no habría “techo” sino “margen de discusión”.