Scalia llegó a la Corte Suprema hace 29 años -era el juez con más tiempo en ese tribunal- y fue designado por el ex presidente republicano Ronald Reagan. Tenía nueve hijos y 36 nietos, y representaba la corriente que en Estados Unidos se conoce como “originalista”, según la cual la Constitución debe leerse en su sentido literal. Bajo esta doctrina, Scalia defendió la pena de muerte y el derecho a tener armas de fuego, y se opuso en cambio al matrimonio homosexual y a las medidas de discriminación positiva. Estas posiciones refieren a votaciones recientes de la Corte Suprema que muestran el poder que ésta tiene. Sus fallos sientan jurisprudencia y pueden derogar leyes.

El equilibrio de fuerzas en este tribunal -en el que hay cuatro jueces conservadores, cuatro progresistas y un noveno que ha votado con una u otra posición- es tan importante que la jueza demócrata Ruth Bader Ginsburg, que tiene 82 años, ha dicho que tiene ganas de jubilarse pero que no lo va a hacer hasta que esto no deje a los jueces progresistas en desventaja. Ginsburg, además, era amiga de Scalia. “Lo quiero, pero a veces querría estrangularlo”, llegó a decir antes de su muerte.

La muerte de Scalia permite al presidente Barack Obama designar a un juez demócrata y cambiar el equilibrio político en el tribunal para que tenga una mayoría progresista. Un cambio de este tipo tendría una particular importancia para el actual mandatario, porque la Corte Suprema tiene previstas votaciones cuyo resultado determinará su legado. Prevé votar, entre otros temas, su plan para reducir las emisiones de gases contaminantes y su programa para regularizar a millones de inmigrantes ilegales. También está pendiente que el tribunal resuelva si es legítimo que varios estados, entre ellos Texas, hayan ilegalizado el aborto pese a que las leyes federales lo permiten.

Los republicanos ya manifestaron que no van a validar la designación que haga Obama para la vacante que dejó Scalia, porque es un “presidente saliente”. Ellos prefieren que la nominación la haga quien resulte electo en los comicios del 8 de noviembre. “El pueblo americano debería tener voz” en esta decisión, “por lo tanto, la vacante no debería llenarse hasta que tengamos un nuevo presidente”, dijo el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell. El Partido Republicano tiene el poder de detener cualquier designación, porque cuenta con 54 de los 100 senadores.

También los precandidatos del Partido Republicano dijeron que Obama no debería hacer esta designación porque está terminando su mandato. “El juez Scalia fue un héroe. Le debemos a él, y a la Nación, que el Senado garantice que el próximo presidente nombre a su reemplazante”, manifestó en Twitter uno de ellos, Ted Cruz, que trabajó en la Corte Suprema.

La situación que dejó la muerte de Scalia es inédita. Desde 1988 no se plantea que un presidente tenga que designar a un juez de la Corte Suprema en su último año de mandato. En ese entonces el presidente era George Bush (padre) y designó a un juez republicano, Anthony Kennedy, cuya nominación fue aprobada por el Senado.

Pese a las objeciones republicanas y el carácter excepcional de la situación, Obama dijo que hará la designación próximamente. “Tengo previsto cumplir mis responsabilidades constitucionales y nominar a un sucesor”, dijo. Diputados y senadores demócratas señalaron que es responsabilidad de los republicanos permitir que el proceso se realice con normalidad y que Obama pueda terminar su mandato haciendo ejercicio de todas sus funciones.