Las encuestas ya preveían el triunfo de Hillary Clinton en Nevada, un estado con 28% de población latina en el que la ex secretaria de Estado cultiva apoyos desde que compitió por la candidatura demócrata con Barack Obama, en 2008. Sin embargo, nadie previó que ganaría con Bernie Sanders pisándole los talones, 52% a 48%.
Estos resultados muestran que el senador de Vermont está ganando respaldo incluso en estados en los que Clinton se perfila como favorita. Antes de Nevada, la dirigente conquistó Iowa en lo que fue casi un empate técnico con Sanders y perdió ante éste -por una holgada diferencia- en New Hampshire.
El sábado la candidata demócrata agradeció a quienes la votaron y aseguró que Estados Unidos “no es un país que tenga sólo un problema”, en una crítica al discurso de su rival, que muchos consideran monotemático. “Necesitamos más que un plan para los grandes bancos. La clase media necesita un impulso”, dijo. Clinton abogó por un futuro en el que ningún niño crezca con miedo a la deportación, en el que cada joven “tenga la educación que necesita y merece”, en el que cada padre pueda encontrar un buen trabajo y en el que cada abuelo obtenga “una jubilación segura”. A las mujeres, un sector del electorado que ya parece tener asegurado según los sondeos, les dijo: “¿No creen que ya hemos esperado demasiado? Es el momento de tener el mismo salario [que los hombres] por el mismo trabajo”.
Sanders reconoció su derrota ante Clinton, pero dijo que tiene “esperanza” acerca de lo que puede pasar en el “supermartes”, el 1º de marzo, cuando se celebran primarias demócratas en los estados de Alabama, Arkansas, Colorado, Georgia, Massachusetts, Minnesota, Oklahoma, Tennessee, Texas, Vermont -su estado- y Virginia. Volvió a criticar el sistema de financiación de campañas, que calificó de “corrupto”, y dijo que Estados Unidos tiene “un sistema de Justicia penal roto”, que necesita una reforma. Finalmente destacó el apoyo que recibe de los jóvenes, a los que supo seducir mejor que su rival.
Cada vez menos
En Carolina del Sur, el candidato republicano más votado fue Trump, que marcó así su segunda victoria consecutiva después de la de New Hampshire. Así el panorama, el showman se afianza como el favorito para ganar la nominación republicana. Alcanzó 32,5% de los votos, seguido por los senadores Marco Rubio, con 22,5%, y Ted Cruz, con 22,3%. Varios puntos abajo, con 8%, quedó Jeb Bush, que esa misma noche renunció a su candidatura.
Bush, que al principio de la campaña era uno de los candidatos republicanos favoritos y que representaba al establishment estadounidense, era una de las opciones más moderadas entre sus rivales. Pero se vio opacado apenas Trump, el outsider irreverente, anunció su candidatura. Aunque remó durante varios meses contra una corriente cada vez más fuerte -salpicada por las burlas y los ataques de Trump-, ni siquiera el peso de su apellido lo salvó. “Me niego a plegarme a los vientos políticos”, dijo Bush el sábado, al anunciar su retirada.
Ahora la carrera republicana hacia la Casa Blanca la corren Cruz y Rubio, además de Trump. El primero venció en Iowa y, como Trump, tiene un discurso que apela a las bases más conservadoras del partido, en particular al votante cristiano. Al conocer los resultados del sábado, Cruz dijo que es el único candidato que “ha ganado y puede ganarle a Donald Trump”. La pregunta es si lo logrará en el “supermartes”, cuando voten estados menos religiosos.
Por su parte, Rubio repuntó en Carolina del Sur, luego de quedar quinto en New Hampshire, aunque todavía no ganó en ningún estado y eso lo coloca en desventaja. Con Bush afuera, es el candidato más moderado en la contienda.
Las primarias continúan mañana: esta vez, los demócratas votarán en Carolina del Sur -donde las encuestas le dan el triunfo a Clinton-, mientras que los republicanos eligen en Nevada, donde Trump se perfila como favorito, una vez más.