Tras terminar su segunda ronda de contactos con los representantes de los partidos políticos, el rey Felipe VI encargó al secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, la formación del próximo gobierno, después de que el presidente en funciones, Mariano Rajoy, volviera a rechazar someterse a una sesión de investidura en la que no contaría con los votos suficientes para ser reelecto.

Sánchez dijo en una conferencia de prensa posterior al anuncio del rey que intentará formar un gobierno “de cambio, progresista y reformista” y que hablará con los partidos “del cambio”, sin aclarar cuáles son, pero sí dejando claro que no incluye entre ellos al Partido Popular (PP) de Rajoy.

“Yo no soy Rajoy, yo voy en serio”, dijo Sánchez, antes de agregar que quiere dar “un paso al frente para sacar a España del bloqueo institucional” en el que permanece desde las elecciones del 20 de diciembre. Además, arriesgó que la sesión de investidura podrá realizarse dentro de “tres semanas o un mes”, y pidió a los partidos políticos que dejen a un lado los vetos mutuos, para formar el “mejor gobierno para todos los españoles”.

Sánchez emprenderá ahora un camino repleto de obstáculos. Para ser investido, necesita los votos de la mayoría absoluta de la Cámara de Diputados (176) en la primera votación o una mayoría simple (más votos afirmativos que negativos) en la segunda. Son múltiples las posibilidades de cruce entre las cuatro bancadas más grandes: 122 del PP, 90 del PSOE, 65 de Podemos y 40 de Ciudadanos, el otro nuevo partido que irrumpió en el Congreso.

En otras ocasiones Sánchez no ha ocultado su voluntad de lograr una alianza tripartita con Podemos y Ciudadanos, que le permitiría tener la mayoría absoluta en Diputados y le garantizaría cierta estabilidad en el gobierno. Sin embargo, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, reiteró ayer que no se aliarán con Ciudadanos, y a su vez Albert Rivera, que encabeza este partido, se ha negado a dar sus votos para investir tanto a Sánchez como a Rajoy.

Otra posibilidad que está sobre la mesa es la de que el PSOE acceda a la propuesta de Podemos de formar gobierno en conjunto con Izquierda Unida. Los tres partidos reúnen 157 votos y podrían lograr la investidura de Sánchez en una segunda votación, pero ese Ejecutivo no tendría la mayoría parlamentaria, lo cual amenazaría su efectividad y estabilidad.

La aritmética es sólo una de las cuestiones que debe tener presente Sánchez: también ocupan un lugar importante las resistencias dentro del PSOE tanto a su nombre como a sus eventuales aliados (sobre todo Podemos) y el hecho de que cualquier pacto que alcance será sometido a la votación de los militantes del PSOE (acerca de qué y con quién) y del Comité Federal del partido.