Tres fotografías tomadas por un satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus iniciales en inglés) el 27 de abril de 2014, el 20 de julio de 2015 y el 22 de enero de este año confirmaron la desaparición del lago Poopó, el segundo más grande de Bolivia después del Titicaca. El lago, que era de agua salada, está ubicado en la meseta del altiplano -en el centro de la cordillera de los Andes-, en Oruro, y cubría una superficie de casi 3.000 metros cuadrados, según indicó la ESA en un comunicado. Actualmente, sólo queda 4% de su superficie original: está reducido a tres charcos de menos de un kilómetro cuadrado y 30 centímetros de profundidad. Las razones que explican la extinción del Poopó son varias: la contaminación provocada por las explotaciones mineras, la agricultura intensiva en las zonas cercanas, la mala gestión del agua por parte del gobierno de Oruro, el cambio climático -por el aumento de la temperatura y la escasez de lluvias- y los efectos devastadores del fenómeno El Niño. “Ésta no es la primera vez que el lago Poopó se evapora; la última vez que se secó fue en 1994. En ese caso, tomó varios años que el agua regresara y aún más tiempo que los ecosistemas se recuperaran”, agrega la agencia, que ve con pesimismo una posible restauración.
La desaparición del lago se hizo oficial en diciembre, cuando el gobierno del departamento de Oruro, al oeste de Bolivia, aprobó una ley de desastre natural por el secamiento del Poopó y sus repercusiones en ocho municipios. En ese entonces, las autoridades departamentales dijeron que para rescatar al Poopó serían necesarios 114 millones de dólares, pero no aclaraban cómo sería el proceso.
Mientras tanto, este desastre natural afectó directamente a las 350 familias que vivían principalmente de la pesca y que tuvieron que desplazarse al ver que el lago, su único medio de vida, se convertía en un desierto. Además, la sequía del Poopó implicó la desaparición del lugar de al menos 200 especies de aves, peces, mamíferos, reptiles y una gran variedad de plantas. Entre las aves que se vieron forzadas a migrar había tres especies de flamencos que se encuentran en peligro de extinción, según dijo al diario boliviano La Razón el ornitólogo Carlos Capriles. Los peces, al no poder migrar como los otros animales, “murieron en el lugar”, agregó Capriles.
Irónicamente, en 2002 el lago había sido incluido en la lista de zonas protegidas por la Convención de Ramsar, que se ocupa de proteger a los humedales de importancia internacional, por la variedad única de peces y aves acuáticas que se concentraban en la zona. Como consecuencia de ello, en 2010, Bolivia y la Unión Europea firmaron un acuerdo por medio del cual el bloque proporcionó 15.000.000 de dólares para su cuidado. Sin embargo, el dinero nunca llegó a destino. La cadena BBC y algunos medios bolivianos, como Página Siete y El Día, denunciaron una situación de desvíos de fondos en esa época, durante la gestión del gobernador Santos Tito.