A dos meses de iniciado el proceso de elecciones primarias en Estados Unidos, la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump se perfilan como los favoritos para competir por la presidencia en noviembre. Sin embargo, su camino no es del todo llano, porque todavía compiten con los senadores Bernie Sanders y Ted Cruz, que resisten.
En un país donde viven 11 millones de personas indocumentadas, no sorprende que la inmigración sea uno de los ejes de los planes de gobierno de los candidatos estadounidenses. Clinton y Sanders proponen políticas migratorias muy similares y coinciden sobre todo en la necesidad de aprobar una reforma migratoria y de detener las deportaciones de los indocumentados. En uno de los últimos debates que mantuvieron, a principios de marzo, los demócratas se comprometieron a no deportar niños ni inmigrantes indocumentados que no hayan cometido delitos. De esta manera, marcaron su distancia con la política que lleva a cabo el gobierno de Barack Obama.
“Mi prioridad es deportar a criminales violentos”, dijo en esa ocasión la ex secretaria de Estado, y agregó que “no comparte” las políticas migratorias de la “actual administración”. Sanders, por su parte, dijo que Obama “está equivocado en la cuestión de las deportaciones” y argumentó que es “inmoral” separar a las familias. Clinton y Sanders también prometieron cerrar los centros de detenciones para familias y niños, y terminar el negocio de estos centros privados. En su plan de gobierno, además, Clinton propone una ley de inmigración que sea “humana y eficaz”, centrada en detener y deportar sólo a quienes “representan una violenta amenaza para la seguridad pública”, y propone la “libertad supervisada” como alternativa definitiva a la detención familiar. Plantea además facilitar el acceso a la ciudadanía como forma de integrar a los inmigrantes a la sociedad.
Sanders, por su parte, apuesta a un plan migratorio que incluya el acceso de los inmigrantes a una cobertura médica de “bajo precio”, que otorgue visas a trabajadores que reporten abusos y violaciones por parte de empleadores y, así como Clinton propone la “libertad supervisada”, el senador hace una propuesta similar y la llama “libertad condicional humanitaria”. En cuanto a la seguridad en la frontera, Sanders propone “garantizar una vigilancia adecuada que proteja a las comunidades” -y, así, “evitar despilfarros en muros innecesarios”, como los que promete Trump-, regular los flujos futuros por medio de un “sistema de visas reformado y de acuerdos de comercio reestructurados”, y apoyar leyes que “integren inmigrantes” a la sociedad.
En materia de políticas laborales, Clinton apuesta a la igualdad de salarios entre hombres y mujeres, a la expansión de las horas extras y al aumento del salario mínimo. En concreto, propone subirlo a 12 dólares por hora -hoy es de 7,25-. Sanders también promete aumentar el salario mínimo, en su caso a 15 dólares por hora, lo que según el senador equivale a pasar de “un salario de inanición” a “un salario de subsistencia digna”. Su plan incluye la necesidad de “establecer equidad salarial para la mujer”, “apoyar y fortalecer el movimiento sindical para que los trabajadores tengan voz y voto en su propio futuro económico” y dar los impulsos necesarios para que los jóvenes tengan acceso a un “trabajo digno”.
Acerca del sistema de salud, Hillary se presenta como una continuadora de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible -también conocida como Obamacare-, la reforma sanitaria que aprobó Obama en 2010. Afirma que si es electa presidenta se basará en esta reforma para expandir la cobertura médica y continuará con el programa de seguros de salud Medicaid, enfocado en las personas con pocos recursos. Sanders propone un sistema de salud financiado completamente por el Estado, un proyecto por el que lo tildaron varias veces de “utópico”.
Los planes en materia de educación sonaron bastante durante la campaña demócrata por las propuestas que se pusieron sobre la mesa para reducir los costos de la universidad, uno de los mayores problemas educativos en Estados Unidos. Por un lado, Sanders propone que todos los estadounidenses puedan acceder a una educación universitaria gratuita -otra de sus propuestas que fueron calificadas de “utópicas”-, un proyecto que sería financiado mediante un impuesto a “los especuladores de Wall Street” que generaría cerca de 300.000 millones de dólares. Por su parte, Clinton ideó un plan de 350.000 millones de dólares -el llamado New College Compact- para ayudar a los estudiantes estadounidenses a pagar las universidades públicas sin necesidad de pedir préstamos. La propuesta pretende usar unos 200.000 millones de dólares -cerca de la mitad del presupuesto-, para ofrecer a los estados subvenciones que garanticen que los estudiantes no tengan que recurrir más a préstamos, situación que se da habitualmente en el país y que genera deudas a largo plazo en las familias.
Tanto Hillary como Bernie defienden explícitamente los derechos de las minorías en Estados Unidos y los derechos de las mujeres, y están comprometidos contra la discriminación a la comunidad LGBT, en el plano social y también en el económico, político y legal.
Del otro lado del tablero
Los republicanos tienen una agenda un poco distinta de la de los demócratas, ya que además de contemplar cuestiones fundamentales como el sistema de salud o la educación, por ejemplo, ponen énfasis en otras cuestiones. La más polémica en la campaña -repetida, criticada, halagada y citada una y otra vez- es probablemente la que tiene que ver con las medidas referidas a la inmigración. Trump se ganó varios ataques y algunas parodias por plantarse contra los inmigrantes mexicanos y por querer prohibir la entrada en Estados Unidos a todos los musulmanes.
El empresario, que desde su acto de lanzamiento de campaña calificó a los mexicanos de “vagos”, sostiene que si lo eligen presidente construirá un muro entre su país y México para que los vecinos no puedan entrar más a Estados Unidos. El muro, según el plan de Trump, deberá pagarlo México. Otras medidas en esta materia por las que aboga el favorito entre los republicanos son triplicar la seguridad en la frontera, obligar a todos los criminales extranjeros a volver a su país, evitar que sean detenidos y rápidamente liberados, aumentar las penas para los que se quedan más tiempo del que permite la visa y no dar más ciudadanías a los hijos de los extranjeros.
El otro gran paquete de medidas migratorias que propone tiene como objetivo “mejorar puestos de trabajo, los salarios y la seguridad para todos los estadounidenses”, estableciendo normas como la de contratar a trabajadores estadounidenses en primer lugar, pedirles a los extranjeros, antes de entrar al país ,que demuestren que pueden pagarse los gastos, terminar con los programas laborales para jóvenes extranjeros, endurecer las normas para la admisión de los refugiados y solicitantes de asilo “para acabar con los abusos” y utilizar el dinero invertido en los programas de refugiados para ayudar a colocar a los niños estadounidenses sin padres en hogares y en comunidades “más seguras”.
Cruz tiene propuestas similares, que apuntan a reforzar la seguridad de la frontera con México y aumentar las deportaciones de inmigrantes ilegales, y frenar la inmigración legal “en la medida en que el desempleo estadounidense siga siendo inaceptablemente alto”.
Un punto de la campaña en el que tanto Trump como Cruz coincidieron es en que si ganan las elecciones abolirán la reforma sanitaria de Obama. De hecho, Cruz expresa en su plan de gobierno que “no hay mayor reforma regulatoria que derogar cada palabra del Obamacare”. Para el senador de Texas, el servicio de la salud sólo puede ser “personal, portátil y accesible” si los mercados de seguros médicos “traspasan las fronteras de los estados”. Cruz plantea a la vez ampliar las denominadas Cuentas de Ahorro de Salud y desvincular el seguro médico del empleo. Trump coincide en estos puntos con su rival y, además, propone exigir la transparencia de los precios “para procedimientos, exámenes o cualquier otro trámite médico”, y eliminar las barreras comerciales a la entrada de medicamentos extranjeros, que permitirían que el consumidor tenga más opciones.
En materia de seguridad, los dos candidatos apuestan al derecho de los ciudadanos a portar armas. Según Trump, “el derecho de tener y portar armas protege todos los otros derechos” y por eso hay que defenderlo a pesar de las presiones en contra. Para Cruz, poseer armas tiene que ver con el derecho de las personas a defenderse y a ser libres. Otros temas en los que coinciden sus discursos refieren a la lucha contra el grupo jihadista Estado Islámico, la necesidad de honrar a los “veteranos de guerra” y de romper el acuerdo con Irán. En su faceta más conservadora y religiosa, el plan de gobierno de Cruz plantea temas como la “defensa del matrimonio heterosexual” y la rotunda oposición al aborto.
Uno de los temas que estuvieron en el tapete en los últimos días fue la visita de Obama a Cuba, en el marco del proceso de normalización de las relaciones bilaterales. En el último debate demócrata, Clinton no dejó clara su postura, aunque dijo que Raúl y Fidel Castro son “autoritarios y dictatoriales” y abogó por que llegue “un día en que en Cuba haya líderes que sean elegidos por el pueblo”. Sanders defendió que “el embargo debe terminar” y dijo que hay que “avanzar hacia una relación totalmente normalizada con Cuba”, que pueda “mejorar la vida de los cubanos” y “ayudar a Estados Unidos”. Entre los republicanos, Cruz está totalmente en desacuerdo con la apertura de las relaciones con Cuba y Trump dijo en un debate que se encuentra “a medio camino” entre la posición de Obama y el rechazo absoluto de su partido.