El Ejército sirio logró recuperar el domingo el control total de la ciudad de Palmira, que desde mayo de 2015 estaba en manos del grupo jihadista Estado Islámico (EI). En esta ciudad, ubicada en el centro del país, se encuentran algunas de las principales ruinas del antiguo imperio romano. Durante los diez meses que Palmira estuvo en poder de EI, este grupo dinamitó templos y tumbas considerados Patrimonio de la Humanidad, acciones que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) calificó como crímenes de guerra. En particular, los jihadistas atentaron contra tres monumentos del siglo I porque los consideran “lugares para la idolatría”: el templo de Bel, el de Bal Shamin y el Arco del Triunfo. Los ataques a las tumbas y la pérdida de objetos por el saqueo del patrimonio cultural de la humanidad también forman parte del inventario de daños.

Ayer, el director de Antigüedades y Museos de Siria, Maamún Abdelkarim, anunció que los trabajos de restauración de las ruinas de Palmira comenzarán en junio o, a más tardar, en julio. “Comenzaremos la restauración por la ciudadela, pero primero tenemos que asegurarnos de que no queda ninguna mina o explosivo en la zona”, explicó Abdelkarim a la agencia de noticias Efe. El domingo las autoridades sirias terminaron de limpiar la zona arqueológica de minas y otros explosivos que EI pudo haber dejado, y ayer un equipo de la Dirección General de Antigüedades llegó a Palmira para evaluar el volumen de los daños. Este trabajo podría llevar dos meses. “La situación en general es buena, ya que 80% de la zona antigua se conserva”, dijo Abdelkarim, que está en contacto con los expertos que trabajan en el lugar. El gobierno del presidente sirio, Bashar al Assad, se comprometió a colaborar con las tareas de restauración, y la UNESCO anunció que enviará una misión de expertos a la ciudad. Además, organizará para finales de abril una conferencia sobre la reconstrucción del patrimonio cultural de Siria.

El Ejército sirio recuperó Palmira después de varios días de ofensivas contra EI, con la ayuda de Rusia. Se trata del mayor avance de las fuerzas del gobierno desde que Rusia intervino en setiembre en el conflicto, que ya lleva cinco años.

Hasta ayer, el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, una organización civil opositora, con sede en Londres, informaba que murieron 417 jihadistas y 194 integrantes de las fuerzas gubernamentales en estos combates en Palmira. Así lo comunicó el director de esa organización, Rami Abdulrahman, a la agencia de noticias Reuters. También afirmó que la mayoría de los habitantes de Palmira logró salir antes de la ofensiva oficial, por lo que no murió ningún civil.

El domingo, las autoridades militares sirias dijeron en un comunicado: “Este logro representa un golpe mortal para la organización terrorista y sienta la base para un mayor quiebre en la moral de sus mercenarios y el comienzo de su derrota”. Para el presidente Al Assad, la liberación de Palmira “es un importante logro y otro indicio del éxito de la estrategia del Ejército ruso y sus aliados en la guerra contra el terrorismo”, según dijo a un grupo de parlamentarios franceses que estaban de visita en Siria.

Después, en una entrevista que concedió a la agencia rusa Sputnik Nóvosti, Al Assad dijo que algunos países, “sobre todo Arabia Saudita, Reino Unido, Turquía y Francia”, quieren que su Ejército pierda “para imponer sus condiciones en las negociaciones de Ginebra”, que mantienen con la oposición siria y que se reanudaron hace unas semanas, aunque sin avances notorios. “El apoyo militar de Rusia y los logros militares del Ejército sirio contribuyen a acelerar” una solución para el país, dijo el presidente sirio, a la vez que negó que el respaldo de Moscú “para luchar contra el terrorismo” tenga como fin consolidar su gobierno y mantenerlo en el poder, como aseguran tanto la oposición como un puñado de países.