Ayer comenzó la Cumbre de Seguridad Nuclear, un encuentro que reunirá hasta hoy a los gobernantes de 50 países en Washington. Fue impulsado por el presidente estadounidense, Barack Obama, con el objetivo de analizar y mejorar la seguridad nuclear. Justamente por eso es que Rusia decidió no estar presente en la edición de este año del encuentro: su ausencia es una señal de rechazo a que sea Washington y no un organismo internacional el que lidere la desnuclearización. “Es inaceptable que un grupo limitado de países imponga sus opiniones en las estructuras internacionales”, dijo la portavoz de la cancillería rusa, María Zajarova.

Este año el foco de la cumbre estará en la posibilidad de que grupos terroristas accedan a las armas nucleares. Uno de los encuentros estará destinado a establecer qué precauciones deben adoptar los países para evitar que organizaciones terroristas, en especial el grupo jihadista Estado Islámico, accedan a armas de destrucción masiva.

Esta preocupación está sobre la mesa desde la primera cumbre, en 2009, cuando Obama dijo: “Debemos asegurarnos de que los terroristas nunca adquieran un arma nuclear. Esta es la amenaza más inmediata y extrema para la seguridad global”. Esta inquietud fue reforzada por indicios de que el grupo jihadista que cometió los atentados en Bruselas hace dos semanas intentaba reunir los elementos necesarios para armar una bomba nuclear.

Por otra parte, el secretario adjunto de Estados Unidos para la no proliferación de armas nucleares, Thomas Countryman, dijo que “la amenaza más activa [...] para la seguridad en el sudeste de Asia” es la que representa Corea del Norte, que continúa con sus ensayos pese a las sanciones que se le han impuesto. Este tema estará presente en la cumbre, aunque no será su “enfoque central”, añadió.