El vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, informó ayer que murieron 246 personas desde que el sábado un terremoto azotó la provincia de Manabí, en el norte del país, dejando también a 2.527 personas heridas. En una conferencia de prensa que brindó luego de recorrer las ciudades de la costa más perjudicadas, Glas aseguró que la prioridad es rescatar a las personas que siguen atrapadas entre los escombros y pidió a la población no arriesgar su vida por tratar de rescatar objetos personales. Reiteró, además, que no hay alerta de tsunami, como se había temido en un principio. Según el Instituto Geofísico de Ecuador, hasta ayer se registraron 189 réplicas del terremoto.
En la noche del sábado el gobierno declaró el estado de emergencia en seis provincias de la costa y el de excepción en todo el territorio nacional.
“Es una tragedia, la estamos enfrentando, ya llega más fuerza pública, provisiones, agua, seguridad; estamos tratando de restablecer el servicio público de electricidad en algunas partes de la ciudad. Estamos en una situación de catástrofe en algunas partes” del país, dijo Glas al canal ecuatoriano Teleamazonas mientras hacía un recorrido por las zonas afectadas. De acuerdo con los medios locales, además del derrumbe de casas se registraron agrietamientos en las calles y carreteras y también caída de puentes. En las zonas más afectadas, se habilitaron alojamientos temporales en los centros comerciales que sobrevivieron al temblor.
El del sábado fue el terremoto más fuerte que sufrió Ecuador desde el sismo de magnitud 7,7 que golpeó al país en diciembre de 1979 y causó cerca de 600 muertos y 20.000 heridos.
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, se encontraba en Roma en el momento en el que se produjo el terremoto. Al cierre de esta edición, el mandatario estaba viajando a su país.
Ayer el canciller ecuatoriano, Guillaume Long, agradeció en Twitter la ayuda enviada por varios países y organizaciones, y aclaró que lo que se necesita de manera “más urgente” son equipos de rescatistas.
De todas partes vienen
El llamado del canciller ecuatoriano parece haber tenido un efecto inmediato. Tras su pronunciamiento, varios países enviaron personal para ayudar con las tareas de rescate de personas y cuerpos.
El primer anuncio llegó desde Colombia, que informó ayer que enviaría a 50 rescatistas y a dos perros de búsqueda y rescate en un avión de la Fuerza Aérea, además de llevar agua potable en un buque de la Armada. El director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres de Colombia, Carlos Iván Márquez, agregó que de forma paralela el Sistema Nacional de Bomberos trasladará a otros 24 socorristas. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, confirmó este plan de apoyo en su cuenta de Twitter.
Ayer viajó a Ecuador un grupo de 25 socorristas salvadoreños, según informó a la agencia Efe un portavoz del Cuerpo de Bomberos de El Salvador. Su tarea principal será “la búsqueda de víctimas y personas fallecidas a consecuencia del derrumbe de edificios u otras estructuras”.
España confirmó que enviará un avión con 50 integrantes de la Unidad Militar de Emergencias y perros de ayuda para localizar a las personas desaparecidas. En un principio, el gobierno español tenía previsto ayudar con el envío de potabilizadoras de agua, carpas y frazadas, pero cambió de plan luego del pedido del canciller ecuatoriano y otras autoridades, que hicieron hincapié en la necesidad de rescatistas.
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, anunció la activación de un protocolo de envío de ayuda humanitaria, para lo cual instaló en la capital un centro en donde los mexicanos pueden colaborar con alimentos “de primera necesidad”, artículos de higiene personal y productos de limpieza.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, por su parte, abrió una cuenta bancaria en la que recibe donaciones internacionales para ayudar a las familias afectadas por el terremoto, mientras que la Unión de Naciones Suramericanas aseguró estar “lista para poner en marcha el mecanismo de coordinación y asistencia mutua” previsto por el organismo, “si así lo solicita el gobierno de Ecuador”.
Los gobiernos de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Honduras, Perú, Panamá, Paraguay y Venezuela manifestaron su apoyo al “país hermano” y se pusieron a su disposición. Otros líderes mundiales, como el papa Francisco, el presidente ruso, Vladimir Putin, y el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, hicieron lo mismo.